Hombres haciendo amigos

René Emir Buenfil Viera 
psicrenebuenfil@gmail.com

Muchos hombres heterosexuales en terapia, cuando hablan de su vida social, se dan cuenta que está reducida de otros amigos hombres, pareciera que no procuran a sus amigos varones, o se van alejando poco a poco por la familia o el trabajo a los que se les da más prioridad y en donde se invierte más energía, está menos presente el cuidado de las relaciones y mantener esas amistades a flote y relevantes. 

Algunas veces es porque se dan cuenta que ya no tienen temas en común o ya no coinciden en maneras de ser y pensar, y eso les hace ya no querer juntarse con ciertos amigos, pues sienten que los lazos que los unen son superficiales. También los hombres nos alejamos de la amistad de otros hombres por la cultura de la competencia, porque entre hombres no podemos permitirnos ser vulnerables o hablar de nuestros problemas ni fracasos, más bien muchas reuniones entre hombres se vuelven ocasión de presumir y aparentar, se tienen amigos para tomar o para hablar de deportes, pero no amigos con quiénes puedas bajar la guardia y ser tú en confianza como si no fueran a juzgarte. 

¿Qué es lo que va empobreciendo las relaciones de amistad significativas entre hombres adultos con el transcurso de los años, cuando en la adolescencia y adultez temprana habían más amigos, más salidas, más aventuras compartidas? De entrada, la masculinidad es algo que se tiene que poner a prueba constantemente, y para probar que eres suficientemente hombre tienes que hablar de con cuántas mujeres te acostaste o de tus éxitos económicos, pareciera que todo lo que no brilla en el mundo de los hombres lo tenemos que barrer debajo de la alfombra, porque desde la adolescencia aprendimos, por lo menos quienes somos adultos hoy, quizá para nuevas generaciones sea distinto, pero nosotros aprendimos a llevarnos rudo para demostrar afecto, que tenemos que asegurarnos constantemente que nuestros sentimientos hacia nuestros amigos no vayan a ser por ningún motivo malentendidos como algo homosexual. 

Entonces, ser hombre heterosexual es no ser mujer ni ser gay, pero nos basamos en un entendimiento muy limitante de la masculinidad: el estereotipo del género masculino. La vulnerabilidad es extraña en el mundo de los hombres heterosexuales y se evita a toda costa, de entrada no tenemos mucho vocabulario emocional y no sabemos bien qué hacer con las emociones de otros, si se cae en ese terreno la mayoría de veces se puede volver incómodo. Y pues, por eso como amigos somos superficiales, porque la comunicación profunda es la comunicación emocional y eso nos vuelve vulnerables cuando lo que queremos es aparentar que todo está bien, que nosotros estamos bien, que somos los mejores. 

Nuestras habilidades sociales y relacionales entonces están limitadas desde el machismo de pensar que las emociones son para las mujeres, aunque las sintamos, pero tenemos que ser fuertes, y tener la cara estoica, y hacer como que no pasa nada, aunque nos esté llevando la fregada por dentro. Y somos demasiado soberbios para aprender de hombres más jóvenes que sí les dicen a sus amigos te amo sin ningún reparo.