Humildad espiritual enseña Jesús

Al igual que lo hizo hace más de dos mil años Jesús cuando entró de manera triunfal a Jerusalén en un burrito ovacionado por la multitud, fieles y el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, rememoran el acontecimiento

Al igual que lo hizo hace siglos cuando Jesús entró de manera triunfal a Jerusalén en un burrito y fue ovacionado por la multitud, ayer fieles y el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, recordaron este episodio, en el que el Mesías demostró humildad, porque lo realizó en el más modesto ejemplar de los animales de carga.

Poco antes de las ocho de la mañana, el Arzobispo, acompañado de sus colaboradores, salieron de la parroquia de Santa Lucía, con una imagen de Jesús y el burrito y se dirigieron a la Catedral de San Ildefonso.

Los fieles portaban ramos, en recuerdo de quienes dieron con ellos la bienvenida a Jesús a Jerusalén y los colocaron en su camino en señal de que él era el Mesías. Actualmente, esto ya no se realiza. Los católicos por lo general se llevan las palmas u hojas bendecidas y las conservan en sus casas o centros de trabajo. También las pueden quemar para hacer las cenizas que se untarán los fieles en la celebración del Miércoles de Ceniza del año próximo.

Las hojas de palmas se repartieron en la parroquia de Santa Lucía, incluso a medio camino había gente que preguntaba donde podía conseguirla, pero ya se habían entregado. Hubo turistas que desde esa hora paseaban la ciudad, por lo que no desaprovecharon para realizar videos o tomarse fotografías.

Con este acto se entra a la Semana Mayor. El Jueves Santo se celebra el lavatorio de pies, en donde Jesús enseñó que los cristianos deben servir a su prójimo y no al revés. En ese pasaje, el apóstol Pedro se opuso porque no se sentía digno de que Cristo le lavase los pies, por tratarse de una persona perfecta, pero Jesús le indicó que si no lo hacía no iba a tener parte de Él, a lo que Pedro le reviró que entonces que lavara la cabeza, las manos, pero le indicó que ellos estaban lavados, limpios, salvo Judas Iscariote, por lo que sólo debían lavárseles los pies.

En la homilía, el Arzobispo indicó que después del santo tiempo de Cuaresma, la Semana Santa es el último tramo de la carrera hacia la Pascua.

“En la noche de Pascua, muchos adultos renacerán a la vida de la gracia mediante el baño bautismal, mientras que todos los bautizados tendremos la oportunidad de renovar nuestro bautismo, al celebrar la resurrección de nuestro Señor Jesucristo”, señaló.        

Agregó que antes de esa gran celebración, debemos pasar por la memoria de la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, así como por la memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo. Hoy mismo se proclama la lectura completa de la Pasión, según san Lucas.

-La Pasión ya había sido anunciada por los profetas, como, por ejemplo, en el pasaje de Isaías que hoy se proclama. También el mismo Jesús había profetizado, al menos en tres ocasiones, que él tendría que padecer y morir para salvarnos. ¿Pudo el Padre Celestial haberle evitado este sufrimiento y muerte a su Hijo? Por supuesto que sí, pero Él no quiso ahorrarse nada en absoluto para demostrarnos cuánto nos ama, para enseñarnos así a amar al estilo de su Hijo: Jesús es el mejor ejemplo de ser humano; como nuevo Adán, es el modelo ideal del hombre, mientras que María es la nueva Eva, modelo ideal de la mujer. No sólo nos redimió Jesús de nuestros pecados, sino que nos enseñó a amar sin medida, e igualmente nos enseñó que la peor de las injusticias cobra sentido a la luz de la cruz cuando es aceptada y ofrecida a nuestro Señor -señaló.        

Aseveró que el sentido último de la vida y el valor supremo es el amor, no la felicidad; es el amor, aunque este vaya acompañado de la cruz. Quien se casa solo para ser feliz, fácilmente se separará de su pareja, pero quien toma a su pareja como la cruz que por amor quiere cargar durante toda la vida y bajo toda circunstancia, tendrá la gran oportunidad de formar una hermosa familia. Con mayor razón el sacerdote o el religioso, le dará sentido a su vida, si lejos de buscar los éxitos que ofrece este mundo, acepta de buena gana la cruz del amor a Dios y a sus hermanos.   

-Dios, que es eterno y todopoderoso, es también omnisciente, lo cual significa que Él vive en un eterno presente y que conoce todo lo que ha pasado, todo lo que pasa y todo lo que ha de pasar. Él conoce la historia de la humanidad, la historia de cada uno de nosotros, pero no la manipula, sino que respetando el don precioso de la libertad que nos ha dado a los seres humanos, Él sabe, como dice el dicho, escribir derecho en los renglones chuecos de la humanidad. Dios no manda el mal, pero lo tolera para que quien sufre injusticia y dolor crezca espiritualmente. Alguien podrá preguntarse ¿dónde está Dios durante esta guerra en Ucrania o la del Medio Oriente? El Señor sabe de estas guerras, lo ha sabido desde siempre, como igualmente siempre ha sabido de las guerras que ha vivido la humanidad, así como sabe de las guerras que habrá hasta el final del mundo -refirió.          

-Dios no está de brazos cruzados, sino que está recibiendo a los que mueren, fortaleciendo a los que sufren y animando todos los esfuerzos que se están haciendo por construir la paz. Pero es verdad que un dolor extremo, un dolor de muerte, nos puede llevar a experimentar el sentimiento de la ausencia de Dios. “Sentimiento” no es lo mismo que “convicción”, pues a veces los sentimientos contradicen nuestras convicciones -refirió.

-Jesús puesto en la cruz experimentó el sentimiento de la ausencia de Dios y por eso dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46). Este es el estribillo que hoy recitamos en el Salmo 21. Veamos que la aparente desesperación de estas palabras encuentra luego consuelo en la convicción de las palabras que continúan hacia el final de este Salmo, las cuales dicen: “A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre. Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre lo adore”. Así pues, Jesús nos enseña que Dios nunca está distante del que sufre -abundó.          

San Pablo, continuó, en su carta a los Filipenses que hoy escuchamos, nos describe de manera simple y llana los momentos del Hijo de Dios: primero como Dios; luego tomando naturaleza humana; después pasando en obediencia y humildad por la muerte en cruz; para finalmente resucitar y llegar triunfador al cielo, donde es digno de recibir toda alabanza, con una gloria que antes tenía, y que ahora, como hombre, ha ganado.        

-Hay varias características singulares del evangelio según san Lucas. En la Pasión de Jesús aparecen dos de esos rasgos en particular, que son la oración y la misericordia. Primero le anuncia a Pedro que el demonio lo ha de zarandear, pero que él ha orado por Pedro. Luego lo vemos haciendo oración en el Huerto de los Olivos después de la Última Cena, invitando a sus discípulos a acompañarle diciendo: “Oren para no caer en la tentación” (Lc 22, 40) -enfatizó.

Texto y fotos: Darwin Ail