Infancias y movilidad

Everardo Flores Gómez

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En México se celebra desde 1924, el Día del Niño. Con el advenimiento de una mayor conciencia sobre la invisibilización del género femenino en todos los ámbitos de la vida cotidiana se le comenzó a llamar el Día de la Niña y el Niño. Hoy lo común es llamarlo el Día de las Infancias y extender su celebración, pero ante todo la discusión y tratamiento de los principales problemas que aquejan a las infancias, a todo el mes de abril. En el ámbito internacional el Día de las Infancias se celebra el 20 de noviembre, aniversario de la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención Sobre Los Derechos del Niño firmados en 1959.

El objetivo de conmemorar el Día de las Infancias es recordar que las niñas y los niños son el colectivo más vulnerable y, por tanto, que más sufre las crisis y los problemas del mundo, igualmente es una oportunidad para dar a conocer los derechos de las infancias y concienciar a las personas sobre la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.

Los Derechos Humanos de niñas, niños y adolescentes están mencionados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los tratados internacionales y en las demás leyes aplicables, esencialmente en la citada Convención sobre los Derechos del Niño y en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (publicada el 4 de diciembre de 2014).

En el mundo, cada año mueren más de 186 mil 300 niños en siniestros de tránsito, esto es, más de 500 niños por día. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), además, los traumatismos ocasionados por el tránsito son la principal causa de muerte entre las y los niños y los jóvenes de 5 a 29 años. En México, de acuerdo con la Información de Decesos por Siniestros de Tránsito (Inegi, 2020), durante el año 2019 murieron 783 niños menores de 14 años en algún accidente de tránsito, es decir, 2 niños cada 24 horas.

Hemos aprendido a aceptar como algo normal, algunos sin siquiera tomar mucha conciencia de ello, que las calles sean un sitio completamente hostil para las infancias. Pocos padres permiten que sus hijos vayan solos a algún lugar y menos que jueguen en la calle sin vigilancia. Los autos a exceso de velocidad se han convertido en una suerte de depredadores voraces de cualquier ser vivo, pero especialmente de los más vulnerables. Para un niño o niña las calles de la ciudad no son otra cosa que espacios agresivos, grises, inertes y desagradables.

En febrero de este año el Senado de la República aprobó el dictamen para incorporar el derecho a la movilidad en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

El objetivo es construir entornos seguros, con criterios mínimos de seguridad en espacios escolares y públicos, así como atender la grave crisis de salud pública que representan las lesiones por siniestros viales en el país, tomando en cuenta que un elevado número de siniestros viales son provocados por el diseño, la infraestructura y falta de medidas de seguridad que no consideran las necesidades y riesgos que enfrentan los menores. Por tal motivo esta iniciativa busca que las autoridades hagan cumplir las medidas de reducción y control de velocidad, el uso de sillas de retención infantil y de casco, así como asegurar la responsabilidad de padres y madres en la aplicación de estas medidas.

Esperemos que pronto dicho dictamen se convierta en ley y que las autoridades diseñen y apliquen los reglamentos para que dicha ley se materialice en las calles de México. Así sea.