Investigación, clave para la creación coreográfica

 

El Ballet Folklórico de Yucatán de Carlos Acereto es uno de los más activos de la entidad, si no el único. La ejecución de sus coreografías, la pasión de los ejecutantes, belleza de sus vestuarios y el sello característico de su director son algunos elementos que los hacen referente en ámbito dancístico.

Entrevistado con motivo del Día Internacional de la Danza, que se celebra hoy, el propio Carlos, líder de una dinastía de bailarines, aceptó que su vínculo con la danza se dio de manera fortuita, pues de joven aspiraba ser entrenador de algún equipo de baloncesto, pero después de conocer el baile, se convirtió en un proyecto de vida materializado a través de una compañía, una escuela, tienda y centro cultural.

–Antes de la danza mi vida estaba dedicada al ámbito deportivo. Conseguí premios en competencias nacionales en atletismo y baloncesto con la añoranza de ser un entrenador. Hoy día tengo un matrimonio con la danza de más de 40 años –compartió el docente para Punto Medio.

Carlos Acereto Cano nació el 18 de abril de 1953.  Huérfano desde muy temprana edad emigró a Ciudad de México, donde recibió la formación académica en el internado Benemérito de las Américas.

Sin dar detalles de sus padres, el entrevistado mencionó que sus orígenes se remontan a principios del Siglo XIX con la llegada de un genovés de apellido Acereto, que en italiano se debe escribir Assereto.

Un familiar del coreógrafo tuvo la iniciativa de elaborar la genealogía, el resultado señaló que todos los Acereto tienen un tronco en común relacionado con su pasado en Italia. “Por esa razón somos narigones”, expresó mientras sonreía.

En relación con la ascendencia del entrevistado, dijo que el trovador Juan Acereto tiene vínculos con la familia; mientras la cara de la vergüenza fue Agustín Acereto, ex gobernador de Yucatán entre 1859-1861, quien vendió indígenas mayas a Cuba durante la Guerra de Castas.

Fundador de ballets

En asuntos personales, el maestro Acereto Cano comentó que después de 34 años continúa en la dirección del Ballet Folclórico de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), que él fundó en 1983. También hizo lo propio en 1986 con la delegación del IMSS, compañía de danza que desapareció.

Sin embargo, el éxito conseguido comenzó a escribirse en 1973 cuando egresó como educador de primaria de la Escuela Nacional para Profesores Normalistas. Durante cinco años impartió clases en el medio rural en los estados de Campeche y Veracruz.

Admirar la diversidad de las danzas indígenas que hay en todo lo largo de Veracruz lo hizo investigar y conocer cada vez más de las coreografías. “En el medio rural redescubrí mi vocación”, dijo.

–En esta actividad uno constantemente se prepara, investiga, pues la investigación es un pilar para la reconstrucción etnográfica –precisó.Durante su recorrido, Acereto Cano conoció a grandes exponentes del mundo dancístico como Miguel Vélez Arceo y Rafael Samarripa, coreógrafos de los ballets de la Universidad Veracruzana y de la Universidad de Colima, respectivamente.

En 1978 regresó a Mérida con la intención de hacer cosas con la danza yucateca. Los primeros pasos fueron la creación de grupos infantiles y de secundaria, para trabajar en las Misiones Culturales de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Pero fue por más. “Existe un repertorio tradicional, pero tuve la inquietud de contar nuestra historia, ya no bailar sólo por hacerlo, sino que las coreografías tengan argumento”, recordó.

En 1986 surgió “Yucatán y sus raíces”, un espectáculo didáctico en el cual mediante la danza se explicaba el porqué del chasqueo de los dedos en la jarana y “todo el devenir histórico” de nuestra entidad.

Las diferentes necesidades llevaron al coreógrafo a su escuela de danza, ballet, la tienda y el teatro.

Referente al mantenimiento del Centro Cultural Acereto, mencionó que es un organismo privado que se mantiene con sus propios recursos.

–Queremos demostrar que la cultura es rentable desde una visión empresarial. No siempre vamos a estar subvencionados por los gobiernos –comentó.

Aunque la infraestructura es costosa, el profesor cuenta con un equipo docente para la escuela y otro de personal técnico que opera el teatro.

La consolidación del centro cultural se inició paso por paso que comenzó con el sueño de tener su propia compañía de danza.

Con el apoyo de su esposa, Guadalupe Pérez Monje, la escuela empezó a tomar forma. Ladrillo por ladrillo surgieron las aulas y oficinas administrativas.

Al proyecto siguieron el Ballet y la apertura de una tienda para darle mantenimiento a los vestuarios, así como los insumos para confeccionarlos o rentarlos.

En 2001 se abrió el teatro con la finalidad de presentar los festivales de clausura de la escuela y concretar “el colofón del centro cultural”.

El recinto, describió, es un espacio mediano con capacidad para 500 personas, “algo rústico con cierto encanto y sabor hogareño”, pues está edificado en una casona antigua que se equipó con la mejor tecnología en audio e iluminación.

La inauguración del teatro contó con la presencia del muralista Víctor Argáez Sánchez, la ceremonia fue muy emotiva porque cinco años antes dudaba mucho que pudiera concluirse la obra.

–Es un proyecto de vida de una familia completa, que involucra a mi esposa e hijos, Milton y Carla Acereto Solís, así como otras dos jovencitas.

–La danza es una profesión; un estilo de vida. Es como el boxeo, pues un golpe de suerte puede hacerte campeón. Siempre digo: No es llegar al campeonato, sino mantenerte campeón –comentó Acereto Cano, el bailarín, profesor y, sobre todo, el hombre feliz y orgulloso de sus raíces y enamorado de su familia.

Irbin Flores Palomino 

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