Salvador Castell-González
Dentro de las gracias y anécdotas sociales que suceden sin querer esta semana una de ellas llamó mi atención. Un usuario de la red social Facebook convocó a un evento para quitar el Poseidón que fue colocado en la costa de Puerto Progreso.
Al inicio la broma fue tomada como eso, hasta que el evento fue poco a poco perdiendo proporción teniendo al final del día antes de ser cancelado más de 30,000 personas interesadas y 6,500 personas confirmadas.
La realidad es que en este mundo cambiante donde los desastres naturales y las crisis ambientales se vuelven cada vez más frecuentes, la cultura de prevención emerge como un pilar fundamental para la sostenibilidad y la resiliencia de las comunidades.
La prevención no solo se trata de evitar catástrofes, sino de crear un entorno donde las personas, las comunidades y los ecosistemas puedan prosperar de manera segura y sostenible.
La prevención es esencial para construir comunidades resilientes.
La resiliencia, entendida como la capacidad de una comunidad para recuperarse de adversidades, depende en gran medida de la preparación y de la capacidad de anticipar y mitigar riesgos.
La educación juega un papel crucial en la promoción de una cultura de prevención. Informar y capacitar a la población sobre los riesgos y las medidas preventivas es fundamental para fomentar un comportamiento proactivo.
Las campañas de sensibilización y los programas educativos en escuelas y comunidades pueden transformar la percepción de la prevención, pasando de ser una mera obligación para convertirse en una responsabilidad compartida.
La tecnología sostenible juega un papel importante en la promoción de la cultura de prevención. Innovaciones como los sistemas de alerta temprana, las plataformas de monitoreo ambiental y las aplicaciones de gestión de recursos naturales permiten a las comunidades anticipar riesgos y tomar decisiones informadas.
Estas tecnologías no solo mejoran la capacidad de respuesta ante emergencias, sino que también facilitan la planificación a largo plazo y la gestión sostenible de los recursos.
Fomentar una cultura de prevención es, en última instancia, una inversión en la seguridad, el bienestar y la sostenibilidad de nuestras comunidades. Al adoptar una perspectiva proactiva y colaborativa, podemos enfrentar los desafíos socioambientales con mayor fortaleza y esperanza.
La culpa no es de Poseidón, ni es la venganza de Chaac, la cultura de prevención es cada vez un tema de mayor importancia en este mundo cambiante y en medio de la crisis climática.
Hoy nuevamente un evento casual en conjunto con la saturación de publicaciones que hablan del riesgo de huracanes y la población pidiendo sembrar arboles es una clara señal de que ya estamos sensibilizados, ahora unamos esfuerzo de manera colectiva e informada.