La “Bolomanía” rompe maleficio: Al fin un pelotero yucateco debuta en las grandes ligas

Para algunos aficionados la “Bolonmanía” si tenía las cualidades para llegar a las Grandes Ligas y en 2021 el cachorro Manuel Rodríguez debutó en la Gran Carpa en un duelo contra los Senadores de Washington.
El relevista había roto un largo maleficio, pero nunca se dudó qué en esta tierra amante del béisbol y fábrica de peloteros, uno de sus exponentes alcance ese olimpo, en el que solo los grandes pueden estar.
Anteriormente, peloteros como Fernando Valenzuela, que hizo la “Fernandomanía” con los Dodgers de los Ángeles, y Óliver Pérez habían saltado de los Leones de Yucatán a ese circuito, pero nunca un yucateco había logrado semejante hazaña.
“Fue un proceso muy largo y a la vez divertido, hubo de todo. Había momentos en los que ya no quería continuar porque muchos piensan que jugar beisbol es fácil, pero todo el proceso pocos lo aguantan, es mucho desgaste. En lo mental, si uno no está bien, cae en las rachas. Llegar a Grandes Ligas es una recompensa. Estar aquí es otro mundo, otro nivel; estoy feliz por lo que hemos hecho y son años de trabajo, cumplí el sueño de muchas personas”, señaló.
Anteriormente, el parador en corto, Juan José Pacho, tuvo su oportunidad, pero también se quedó en Ligas Menores. El originario de Oxkutzcab era un pulpo, fildeando no se le escapaban los cohetones, pero tenía poca pólvora en las muñecas y en la Gran Carpa tienes que ser destacado en todo.
Rodríguez, originario de la comisaría de Bolón, Umán desde que inició su carrera, esta fue ascendente. Sus lanzamientos alcanzan las 96 millas por hora, misiles exigidos en las Grandes Ligas, pero en el que también se requiere de repertorio de lanzamientos y mantener ese ritmo.
En 2014, inició su carrera profesional con los Leones de Yucatán, teniendo números de 0-1 y 10.13 en tres oportunidades; sin embargo, un año después tuvo un despunte impresionante como relevista al obtener marca de 4-0 y 1.84 en 50 juegos, lo que lo llevó a ser nombrado “Novato del año de la LMB”.
En 2016 continuó con los melenudos y contabilizó récord de 1-0 y 5.06. Los Cachorros de Chicago, en 2017, lo mandaron a sucursales y en 2020 tuvo su primera oportunidad con el primer equipo en la pretemporada, pero una lesión en el hombro lo dejó fuera de cualquier posibilidad de debutar.
Un año más tarde, Rodríguez entra al Olimpo de las Grandes Ligas. Los aficionados yucatecos fueron recompensados: el Atlas tuvo que esperar 70 años para lograr un título, los judíos estuvieron 40 años en el desierto… así como muchos mexicanos le van a los Dodgers por la “Fernandomanía”, algunos yucatecos le irán a los Cachorros por la “Bolonmanía”.
10 Datos
-A los 10 años comenzó a practicar este deporte. En un torneo de Umán contra un representativo de Mérida se luce y el timonel meridano se interesa por él.
-De Umán es Gabriel “Diablo” Magaña (+), quien también jugó con los Leones de Yucatán.
-El minero de los Leones de Yucatán, Raúl “Zurdo” Ortega Rojas, lo ve y lo lleva a este club y, posteriormente, a los Cachorros de Chicago.
-En 2014 debuta con los Leones de Yucatán. Sus números son de 0-1 y 10.13 en tres oportunidades.
-En 2015 tuvo un despunte impresionante como relevista al obtener marca de 4-0 y 1.84 en 50 juegos, lo que lo llevó a ser nombrado Novato del año de la LMB.
-Para la organización de los Leones es apenas el tercer jugador en la historia en obtener esta distinción, luego de que Fernando Valenzuela lo consiguiera en 1979 y, posteriormente, el también lanzador Andrés Cruz lo hizo en 1988.
-Al ser jugador de Grandes Ligas le regala un automóvil a su papá, quien se dedica al oficio de taxista.
-En 2021, en duelo de Chicago contra los Rojos de Cincinnati, el relevista obtiene su primer triunfo. Entró en la quinta entrada y colgó dos ceros, sin hit admitido, con un pasaporte y tres ponches.
-En 2023, los Cachorros lo ponen en asignación. En dos años en MLB, el derecho registra 5-3, 4.88 de ERA, 5 salvados y 24 ponches en 31.1 innings.
-Actualmente, juega con las Mantarrayas de Tampa Bay.
Foto y texto de: Darwin Ail