La colonia libanesa y el barrio de San Cristóbal en Mérida

Desde el último tercio del siglo XIX comenzaron a llegar estos grupos de inmigrantes que se asentaron a lo largo de la calle 50, desde la 61 hasta la 65

El fin de semana pasado, con motivo de la conmemoración de los 200 años de la Consumación de la Independencia de México, durante tres días se llevó a cabo una jornada cultural en la que se destacaron las aportaciones de la comunidad libanesa a la historia y cultura de México y en particular de Yucatán.

Para la ocasión, el Ayuntamiento de Mérida, a través de la Dirección de Cultura, que dirige el antropólogo Irving Berlin Villafaña, compartió una investigación en la que se destaca la Ley de Extranjería y Naturalización, que en 1886 promulgó Porfirio Díaz y  atrajo a sirio-libaneses, coreanos y cubanos.

Esta apertura de las leyes migratorias mexicanas y el auge henequenero favorecieron la llegada a Yucatán de libaneses, y fue el período de inmigración más intenso de 1879 a 1930.

El primer libanés registrado en llegar a Yucatán fue Santiago Sauma (1879), once años después (1888) durante el gobierno de Guillermo Palomino, aparece en la Revista de Mérida el primer registro de llegada de libaneses, reportando el arribo a Progreso de aproximadamente  10 personas con pasaportes expedidos por Turquía, con los que hasta 1917 se internaron en el país acreditándolos como ciudadanos turcos, debido a que el Líbano pertenecía al Imperio Otomano; razón por la cual recibieron el apelativo de “turcos”.

En su mayoría, eran cristianos maronitas y algunos ortodoxos procedentes del Mutassarifat o “Monte Líbano”, y de algunos puertos del Mediterráneo como Trípoli y El Batroum.

En el libro “La Mérida de los años veinte”, de Francisco D. Montejo Baqueiro, se menciona que desde el último tercio del siglo XIX comenzaron a llegar estos grupos de inmigrantes que se asentaron a lo largo de la calle 50, desde la 61 y hasta la 65.

Los libaneses llegaron para trabajar, reunir recursos y volver a su país; sin embargo, la prosperidad que lograron en Yucatán hizo que casi todos permanecieran en el estado.

“Entre los pobladores más antiguos de esta  zona correspondiente al Barrio de San Cristóbal se recuerda a Emilio Saidén, Abraham Selem, Salim Dajda, Salvador Abdala, Antonio Abdelnur, Elías Mena, Sebastián Esteban y otros muchos, cuyos descendientes en la actualidad conviven con armonía con las familias meridanas y muchos de ellos han unido su estirpe a la nuestra a través del matrimonio”, escribió Montejo Baqueiro.

La principal ocupación de los libaneses consistió en el comercio, dedicándose, en un principio, a la venta ambulante de bisutería y textiles; también eran intermediarios comerciales, generando e implantando el crédito a domicilio mediante el pago por abonos, actividad que antes no se practicaba mucho y que fue la clave de su éxito económico.

En breve, se asentaron alrededor de los mercados de la ciudad en pequeñas tiendas de lencería y telas, la mayor parte de ellas. Ejemplo de esto es el caso de la familia de la señora Wahiba (Flora) Abraham Simón, viuda de Manrique, la cual tenía a su cargo la lencería “La Flecha” (c. 56 x 65) y un taller de costura (c. 50 x 77), tienda que en sus inicios estuvo a cargo de su madre,  Emilia Simón Dajer, viuda de Abraham, hija de Saide Dajer, viuda de Simón, familia proveniente del poblado de A’aba (ca. 1900). Al igual que la familia del señor Gabriel Chehuan Mnássa, propietario de la lencería “Casa Gabriel”, ubicada en el mercado Lucas de Gálvez, ahora llamada “Telas Gabriel”, quien fuera esposo de la Sra. Linda Borge Borge, oriundos de Jounieh (ca. 1924-1926).

La señora Linda era hermana de los hermanos Borge Borge, propietarios de la lencería “La Moda Ideal” (1935, c. 63 x 58), parientes de Abdo Borge, dueño de la importadora de telas “La Ninfa” (c. 50 x 61 y 63).

Los libaneses llegaron para trabajar, reunir recursos y volver a su país; sin embargo, la prosperidad que lograron en Yucatán hizo que casi todos permanecieran en el estado. A ello contribuyó también su progresiva asimilación a las costumbres de la región.

Texto y fotos: Manuel Pool / Cortesía

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