Por Roberto Ojeda
Ya lo veíamos venir, aunque hubo quienes fueron tercos y albergaron una ligera esperanza, la cual era movida por la excusa de que en Yucatán se hicieron las cosas de manera decente y no se cayó en los actos de corrupción en los que incurrieron los gobiernos de otros estados.
Sin embargo, eso de nada valió y, al final, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió que ponerles el punto final a las Zonas Económicas Especiales mucho antes de que siquiera comenzarán; murieron antes de nacer y ya no podremos ver su crecimiento. Nunca sabremos si sus frutos serían jugosos o no.
Luego de este anuncio se dejó venir una ola de críticas del sector empresarial en contra del Presidente de la República, a quien reclamaban su extremismo. Mediante notas de prensa, los más importantes líderes de la iniciativa privada en el país opinaron que aunque hubiera corrupción en la compra de tierras para el espacio físico de la ZEE, eso no significa que deba borrarse todo un proyecto que tenía potencial y que era suficiente con hacerle algunas mejoras.
En eso estoy completamente de acuerdo. Me parece que las ZEE le darían un gran impulso a todos aquellos estados en rezago y que era necesario mantener la idea esencial. Pero también es verdad que hubo muchos abusos.
Pero, ¿igual pasó en el estado?
Bueno, como es bien sabido, la administración de Rolando Zapata Bello donó estos terrenos que eran parte del estado (y que antiguamente pertenecían al Isstey) por lo que por ese lado no se puede hablar de que el gobierno haya cometido un acto de corrupción como tal, al menos no con esas tierras.
Sin embargo, si hubo muchas personas que al saber los planes para toda esa zona, decidió actuar con base a que tenían información privilegiada otorgada por los mismos funcionarios del Gobierno del Estado, y comenzaron a comprar (o estafar) sus tierras a ejidatarios del poniente del estado.
Es entonces cuando vimos que aparecían en venta terrenos de oportunidad que se vendían en cómodas mensualidades y a precios ridículamente baratos. Ofrecían varios lotes para que los clientes se animaran a pensar en comprar más de uno y obviamente el principal atractivo que vendían era que su inversión era segura, ya que los podrían vender después al menos al doble de su valor cuando se hiciera la infraestructura de la Zona Económica Especial. Negocio redondo.
Ahora vemos como muchos empresarios le están pidiendo al Gobernador Mauricio Vila Dosal que retome el proyecto y que haga algo en esa misma zona, porque (aunque no lo digan) en ese lugar se encuentra asentada una gran parte de la inversión de muchos “visionarios” que compramos cientos de terrenos.
Incluso, desde la cancelación de las ZEE hemos visto que comenzó a publicarse la venta de terrenos de un tamaño considerable (10 x 40) ubicados entre Mérida y Progreso a 35 mil pesos. Esto nos habla de que muchos ya comenzaron a rematar las tierras ante la incertidumbre de lo que puede pasar.
Ahora la bolita está en cancha del gobernador Mauricio Vila Dosal, quien hace un mes se comprometió con los empresarios a reemplazar la ZEE y hacer todo lo que esté dentro de sus manos para darle al estado una zona franca con otra clase de incentivos fiscales para promover las inversiones.
Lo que no sabemos es que si está convencido de que eso sea lo mejor para el estado o si lo hace movido por las presiones de gente que hoy comienza a sentir los efectos de la cuarta transformación…