La homofobia en mi familia

René Emir Buenfil Viera 

psicrenebuenfil@gmail.com

Se entiende que nuestras madres y padres son de generaciones donde habían tabús alrededor de la sexualidad, más si crecieron en una sociedad conservadora como la yucateca, ¿pero cómo se puede expresar, incluso de maneras sutiles y normalizadas, la homofobia en las familias yucatecas? Desde el nombramiento de parejas del mismo sexo como amiga o amigo, pasando por el no poder dormir en la misma hamaca por ser una pareja del mismo sexo, a diferencia de las parejas heterosexuales, que es normal que compartan hamaca, hasta la no aceptación de la homosexualidad o el lesbianismo de alguna persona en la familia, que sea un secreto a voces, o que la persona o personas por gustarte gente de su mismo sexo no tengan la misma libertad de hablar de quienes les gustan, o su vida de pareja, sin hablar de rechazos más directos y frontales ni actos de violencia, y mucho menos de los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (Ecosig), mal llamadas terapias de conversión. Hay homosexuales y lesbianas que deciden aceptar las condiciones de sus familias con tal de seguir perteneciendo, hay quienes eligen el camino de incomodar y hacer las preguntas difíciles y ser la oveja negra de la familia e incluso personas que mantienen completamente ocultas a sus parejas de sus familias. ¿Cómo se pueden tender lazos o puentes de comunicación en las familias para tratar la homofobia y dar pasos hacia la no discriminación? Primero, sabiendo con quienes cuentas y con quiénes no de tu familia, más que intentar convencer a quienes no están listos(as), o sea, identifica con quiénes es seguro hablar de tus inquietudes en torno a cómo se trata tu orientación sexual en tu familia y con quiénes no, identificar aliadas y aliados es importante, y no porque sean LGBTIQA+ significa que automáticamente te tienen que apoyar o que querrán sumarse a la lucha por erradicar la homofobia. También, sabiendo si vale la pena o no, a veces es mejor tomar distancia, no por cobardía, sino por paz mental y protección emocional. Un punto muy controversial es la educación integral de la sexualidad en infancias y adolescencias, porque desde lo tradicional se cree que hablarles de diversidad sexual es “darles ideas” o como si no debieran de saber sobre el tema, la verdad es que hablarles de la comunidad LGBTIQA+ a las infancias y adolescencias tiene, por lo menos, dos efectos positivos: si cuando crezcan son heterosexuales, habrán crecido en un ambiente de respeto y sabrán cómo aceptar y no discriminar, o bien, si cuando crezcan se descubren de otra orientación sexual o identidad de género, sabrán que su familia es un lugar seguro para hablar de eso y se sentirán en la libertad de decirlo y no ocultarlo. Los valores de respeto, inclusión y aceptación de las diferencias pueden hacer maravillas por las familias, siempre y cuando las personas adultas trabajen en terapia psicológica sus prejuicios, sobre todo, para no dañar ni excluir a quienes más aman, que es su familia.