La importancia de hidratarse en la tercera edad

Podemos sobrevivir varios días sin comer, pero no sin beber, pues el agua es esencial para muchos procesos fisiológicos. Por ello, beber suficiente es fundamental para cualquiera, pero sobre todo para los mayores, ya que las consecuencias de la deshidratación son más graves en la tercera edad.

Para que el organismo esté sano es necesario mantenerlo bien hidratado. El agua es imprescindible para la digestión, absorción y metabolismo de los nutrientes, así como para el mantenimiento del sistema circulatorio, el transporte de nutrientes, la eliminación de las sustancias de desecho y la regulación de la temperatura corporal.

En este sentido, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) recuerda que beber líquidos y estar hidratados mejora la función digestiva y previene el estreñimiento; disminuye el riesgo de infecciones urinarias y litiasis y puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer de vejiga y colorrectal.

EN LOS MAYORES ES BUENO PROGRAMARSE PARA BEBER

El agua que bebemos, junto a la que contienen los alimentos que consumimos, debe garantizar una correcta hidratación en todas las edades. Por eso es muy importante asegurarse de tener un aporte adecuado, tanto en cantidad como en calidad.

La SEEN indica que nuestro cuerpo no almacena agua, por lo que la cantidad de líquidos que perdemos cada día debe ser restituida para garantizar el buen funcionamiento del organismo.

Además, esta entidad detalla que el agua que hay en nuestro organismo depende de la edad. Con el paso de los años, aumenta la cantidad de grasa en el cuerpo y disminuye el porcentaje de masa muscular y, de manera paralela, la proporción de agua.

Según indicó Mónica Carreira, nutricionista de la aseguradora Mapfre, se estima “que el contenido total de agua corporal puede reducirse entre cuatro y seis litros desde los 20 hasta los 80 años. Por ello, pequeñas pérdidas de agua corporal o no beber suficiente, pueden causar deshidratación en los ancianos con más facilidad que en personas más jóvenes”.

Por lo general, la sed es una guía adecuada para tomar el agua que necesitamos. Sin embargo, esto no se cumple en el caso de los niños pequeños, los deportistas y la mayoría de las personas enfermas y ancianas.

La SEEN manifiesta que, en estos casos, es conveniente programar momentos para ingerir agua.

De igual modo, Mónica Carreira explicó que la sensación de sed tiende a disminuir en las personas mayores, lo que puede implicar un menor consumo de líquidos.

“No se sabe con exactitud qué puede causar la disminución de la sensación de sed, aunque se cree que puede ser por una reducción de la dopamina, neurotransmisor que participa en la inducción de la sed, y al aumento en plasma del PNA (péptido natriurético auricular), un inhibidor de la sed. Debido a esta peor regulación de la sed, las personas mayores no suelen beber lo suficiente”, sostuvo.

Asimismo, los especialistas de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) destacaron que a los mayores se les debe insistir para que beban, aunque no tengan ganas, ya que su percepción de la sed está disminuida y, además, presentan una saciedad precoz cuando inician la ingesta de líquidos.

“Esto les hace especialmente susceptibles frente a la deshidratación, hasta el punto de que cuando notan sensación de sed, hay una pérdida de aproximadamente un 1% o un 1.5% de su peso a expensas de los líquidos corporales, es decir, un estado de deshidratación subclínica”, expusieron.

DESHIDRATACIÓN: DISTINTOS SÍNTOMAS EN FUNCIÓN DE LA GRAVEDAD

En este sentido, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) indicó que la ingesta adecuada de agua para los adultos sería de alrededor de 2 litros al día para las mujeres y 2.5 litros para los hombres.

Estas son las mismas cantidades que recomienda para los mayores. En ellas se incluye el agua que se bebe directamente, la que contienen otras bebidas y la que está presente en los alimentos.

“Además de tomar agua como bebida principal, las frutas, verduras y hortalizas deben formar parte de la alimentación diaria. Otras opciones válidas para hidratar son: consumir caldos, sopas no saladas y leche. El café y el té pueden tener un efecto diurético, por lo que deberían consumirse con moderación. No se recomienda tomar bebidas alcohólicas”, subrayó Carreira.

La nutricionista hizo hincapié en la importancia de que las personas mayores se mantengan bien hidratadas, pues la deshidratación “puede causar diversos problemas de salud como estreñimiento, caídas, hipotensión postural (una forma de presión arterial baja que se produce al ponerse de pie tras haber estado sentado o acostado), escasa producción de saliva, mal control de la hiperglucemia en la diabetes, infección urinaria y cálculos renales”.

Carreira explicaó que la deshidratación puede producir distintos síntomas dependiendo de su gravedad.

“Así, cuando es leve o moderada ocasiona sed, calambres musculares, dolor de cabeza, falta de elasticidad en la piel, poca orina, somnolencia y cansancio. La deshidratación grave hace que la persona no orine, tenga la respiración acelerada, la piel seca y arrugada, los ojos hundidos y experimente confusión, mareos y aumento del ritmo cardiaco. Por último, la deshidratación muy grave puede causar flujo sanguíneo insuficiente, alucinaciones e inconsciencia”, afirmó la especialista.

“El grado de hidratación de la gente mayor es el resultado de un frágil equilibrio, por lo que debe ser controlado con mucho detalle. Hay que prestarles una atención constante ya que la deshidratación puede causar consecuencias clínicas considerables”, concluyó la experta.

Texto y fotos: EFE/Agencias

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