La información: de bien a mercancía

Carlos Hornelas
carlos.hornelas@gmail.com

Esta semana inició el juicio promovido por el Departamento de Justicia de EEUU en contra de Google. Entre otras cosas, se acusa al gigante de las búsquedas por prácticas desleales de comercio para sostener una situación de privilegio monopólico del sector.

De acuerdo con las primeras informaciones, Google habría sobornado a diversos fabricantes del sector tecnológico informático, así como a plataformas y compañías dedicadas a la circulación de información, para predeterminar su uso a partir de una opción preinstalada por defecto de su caja de búsqueda en diversos tipos de dispositivos, desde teléfonos móviles hasta tabletas electrónicas.

El hecho de tener dicho motor de búsquedas preinstalado influye de manera directa e ineludible en los siguientes rubros:

-Disminuye el desarrollo de mejores opciones para el consumidor porque los resultados del algoritmo se limitan a los de dicha firma, con lo cual su derecho a la información se ve coartado en beneficio económico de una compañía. Pero también dicha limitación supone un obstáculo a la innovación de productos y opciones que pudieran representar un peligro hacia su posición en el mercado.

-Sesga, a favor de Google, el mercado de anuncios publicitarios cuyas ganancias son estratosféricas. Con ello, se consolida como el principal beneficiario de la publicidad digital a nivel global, así como un factor artificial y deliberado de desequilibrio del mercado.

-Establece una posición preponderante en un entorno en el cual la competencia es sistemáticamente contenida para favorecer a una organización, a través de la eliminación de sus rivales, a partir de prácticas cuestionables de comercio, o bien, de las que operan en el límite de la legalidad, en el mejor de los casos.

El juez, al final del proceso, podría dictaminar la disolución de la empresa, lo que supondría un divorcio entre su motor de búsqueda y el jugoso negocio de la publicidad digital. Esta resolución podría cambiar para siempre los negocios digitales como actualmente los conocemos con la llegada de una diversidad de proveedores, tanto de motores, como de colocación de publicidad, lo que terminaría por reconfigurar el panorama del mercado de la información y la publicidad a nivel mundial.

Paralelamente, esto sucede mientras que, en el Senado norteamericano se ha iniciado el proceso de audiencias con los principales ejecutivos y personalidades emblemáticas del mundo de la industria de la información en los foros previos al proyecto de legislación sobre inteligencia artificial que busca el consenso de ambos partidos en la Unión americana. En ese espacio convergen Elon Musk, de X (antes Twitter); Mark Zuckerbeg de Meta (antes Facebook); Sundar Pichai de Google; Satya Nadela de Microsoft; Sam Altman de Open Ai, la compañía que lanzó a ChatGPT; entre otros.

Curiosamente, dichas reuniones se celebran actualmente a puerta cerrada, con la garantía de la palabra de los legisladores de que el producto de dichas consultas resultará en una legislación que representará la mayor protección del público en general, aunque en este momento el respetable está impedido de conocer los detalles de lo que allí se discute.

Entretanto, sigue en pie la huelga de guionistas y actores de la industria audiovisual que no han sido consultados ni tomados en cuenta como parte de las opiniones a escuchar en los foros de los congresistas. Como se sabe, parte de las demandas de quienes se sostienen en paro consiste en dilucidar cómo será utilizada la Inteligencia artificial dentro de los procesos creativos y cómo se podrá retribuir el trabajo de quienes intervengan en las diversas fases del proceso de producción audiovisual. Por otra parte, resta ver si los principales reclamos de los activistas por los derechos digitales, en particular la privacidad, son tomados en cuenta tanto en el juicio de Google como en las audiencias del Senado.