La lectura nos hace libres

Por: Roberto A. Dorantes Sáenz.

Cuando veamos la necesidad de leer, lograremos una mejor sociedad, no cabe duda, por eso insisto en este hábito, porque leer nos que nos hace libres de prejuicios, nos quita lo crédulos, nos hace gente pensante, por eso te invito a que te conviertas en un lector.

Etimológicamente la palabra leer viene del verbo latino “legere” que significa “escoger”. Así pues, leer es descifrar un mensaje, comprender lo que está escondido tras unos signos exteriores: leer es desentrañar, descubrir.

La lectura ayuda al desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje. Mejora la expresión oral y escrita y hace el lenguaje más fluido. Aumenta el vocabulario y mejora la ortografía.

La lectura mejora las relaciones humanas, enriqueciendo los contactos personales. Nutre los contenidos de nuestras conversaciones y nos ayuda a comunicar nuestros deseos y sentimientos

La lectura facilita la recreación de la fantasía y el desarrollo de la creatividad. El lector, durante la lectura, recrea lo que el escritor ha creado para él. ¿No es verdad que cuando hemos ido al cine a ver la película del libro que hemos ya leído, la película no acierta a darnos lo que esperábamos? Cada lector recrea el libro, ha de imaginar todo. En una película todo está dado, nada se conquista, hasta los sonidos que acompañan a una acción están ya determinados.

Nos da la posibilidad de conocer a personajes que de otro modo no podríamos haber conocido y asomarnos al interior de muchas personas entablando con ellas una sabrosa conversación que nos enriquece… Según Huang Shanku: “Un sabio que no ha leído nada durante tres días siente que su conversación no tiene sabor (se hace insípida)”.

La lectura da facilidad para exponer el propio pensamiento y posibilita la capacidad de pensar. Podemos decir que proporciona materia para pensar ya que no se puede pensar si no tenemos ideas, palabras, conceptos. Hace años circuló un eslogan para fomentar la lectura que decía: “Si no lees, calla, se nota”.

La lectura es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual ya que pone en acción las funciones mentales agilizando la inteligencia. Por eso tiene relación con el rendimiento escolar.

Cuando esta actividad se realiza de una forma puramente mecánica, sin comprensión de lo leído, es fácil que genere en los niños una “fobia” ante el libro; un miedo secreto, inconfesado, inconsciente, a no entender un texto que le llena de inseguridad y la angustia ante un libro; y si el libro tiene muchas páginas -«es gordo»- esta repugnancia aumenta pues le hará pensar en las muchas horas de esfuerzo que le va a exigir su lectura, un esfuerzo especialmente ingrato por ser ineficaz.

La lectura aumenta el bagaje cultural; proporciona información, conocimientos. Cuando se lee se aprende. Leer para saber quiénes somos y de dónde venimos y adónde vamos; leer para iluminar nuestro presente teniendo memoria del pasado; leer para comprender los fundamentos de nuestra civilización. Podemos afirmar que la persona que lee es un alguien que sabe, un hombre que piensa. La lectura, enriquece nuestra vida.

La lectura amplía los horizontes del individuo permitiéndole ponerse en contacto con lugares, gentes y costumbres lejanas a él en el tiempo o en el espacio. Por el contrario, el hombre que no tiene el hábito de leer, está apresado en su mundo inmediato.

La lectura estimula y satisface la curiosidad intelectual y científica. La curiosidad no se puede forzar, hay que despertarla. Y la curiosidad del lector es insaciable; leyendo va encontrando respuestas a sus interrogantes, al tiempo que genera nuevas preguntas. “Estimular la lectura será pues, promover interrogantes” (G. Janer Manila).

Menéndez Pelayo, ya próximo a morir,  afirmaba: “Lo único que siento es la cantidad de libros que aún me quedan por leer”. Las lecturas nos hacen más libres, mientras más libros, más libres.

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