La muerte, tema presente en la pintura

La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene, dijo el escritor argentino, Jorge Luis Borges. Y como en estas fechas toca hablar de la muerte, veamos aquí, como ha inspirado a artistas y estilos, y cómo la han reflejado algunas pinturas.

LA MUERTE DE VIRIATO

En consonancia con la muerte de este personaje histórico del siglo II antes de Cristo por traición, en este enorme lienzo, obra maestra de José de Madrazo, pintado a principios del XIX  fue realizada con un extremo cuidado por la significación del tema, un episodio de la historia de España, y fue fundamental en el desarrollo posterior del género a lo largo del siglo XIX.

Pensado como cabeza de una ambiciosa serie de lienzos de escenas de la resistencia de los pueblos peninsulares frente a la dominación romana en Hispania, Madrazo quiso concebir esta escena histórica con toda la grandiosidad y dramatismo de las obras que había visto y estudiado durante su formación, junto al gran maestro neoclásico David, en su estancia en Roma.

En la obra se aprecia una imagen de gran dinamismo en la que el campamento del fondo adquiere  un amplio desarrollo, una versión que es todo un desarrollo de concepción contenida e icónica trasferida a un cuadro épico y monumental.

Compuesto a modo de relieve, la lectura moral del asunto vendría a suponer la advertencia a los gobernantes sobre el peligro constante de traición, urdida en el seno de los colaboradores más íntimos, como le ocurrió a Viriato, así como la exaltación del valor de los líderes, invencibles en los campos de batalla, sólo vulnerables durante el sueño.

LA MUERTE DE MARAT

“La muerte de Marat” de Jacques-Louis David, (1748-1825) (Museo de Bellas Artes de Bélgica) lo pintó mientras se encontraba escribiendo en su bañera sobre una tablilla para trabajar. 

Fue el 13 de julio de 1793, mientras trabajaba, su mujer le avisó que tenía una visita, llamada Charlotte Corday. Esta afirmó tener información confidencial sobre un grupo de girondinos fugitivos, algo que despertó el interés de Marat, médico y político francés, quien invitó a la extraña.   Al final de la charla, la mujer sacó un cuchillo de su vestido y se lo clavó en el corazón, éste pudo llamar a su esposa, pero murió unos segundos después.

Como amigo íntimo de Marat  y miembro de los jacobinos, David recibió dos encargos: planificar el funeral y pintar la escena de la muerte.

Detalle de la obra de David, “La muerte de Marat”.

En su característico estilo neoclásico, la pieza muestra a Marat desplomado sobre su bañera empapada de sangre en una composición perfectamente equilibrada; Marat y su bañera forman un plano horizontal al frente de la ausencia de fondo.

Es toda una escena teatral e idealizada en la que David optó por dar hasta un toque clásico al propio político, sin su dermatitis, para representarlo con una piel sin manchas con una pose como si fuera un mártir.

MUERTE DEL GENERAL SANTANDER

“Muerte del General Santander” es uno de los cuadros más conocidos del artista colombiano Luis García Hevia, (Museo Nacional de Bogotá). Pintor y fotógrafo nacido en Santafé, 1816 -1887 fue el primer artista colombiano en emplear la técnica fotográfica.

En esta obra aparece el general rodeado por un grupo de serios personajes retratados a su alrededor, de los que solo uno mira al espectador y él, moribundo, aparece con la cabeza vendada.

Su trabajo como fotógrafo de guerra le permitió fotografiar las ruinas del Convento de San Agustín tras el ataque del general Leonardo, que está considerada como la primera fotografía revelada sobre papel realizada en Colombia y suyo fue también el primer reportaje fotográfico sobre una guerra.

Luis García Hevia (Santa Fé, Colombia, 1816 – 1887): “Muerte del general Santander”, 01/10/1841 Óleo sobre tela 163.5 x 205 cm. Museo Nacional de Colombia.

García Hevia intervino en 1860 en la campaña contra el Gobierno de Mariano Ospina, al inicio de la Guerra Civil donde resultó herido, también como el general retratado, en la cabeza, lo que le provocó una parálisis y falleció pocos años después.

TORERO MUERTO

“Torero muerto”, obra de Édouard Manet en1864. El artista pintaba  personajes rudos, prostitutas desnudas y, de repente, un torero muerto, posiblemente perteneciente a un cuadro más grande, una corrida de toros, pero debido a malas críticas recibidas fue recortado por el propio autor.

Enviado al Salón de Otoño de París de aquel año, espantó a los críticos. La figura del torero en escorzo les pareció falsa, no se entendió el extraño punto de vista, ni la luz irreal sin sombras a pesar de la intención de dar realismo.  Con el fondo neutro, Manet quería imitar a Velázquez, su ídolo, pero nadie lo entendió y sólo vieron un torero flotando.

Esas innovaciones pictóricas por las que se le considera el padre del impresionismo, fueron en su época objeto de críticas. Manet se las tomó muy mal y, en cuanto vio al crítico que hizo esas observaciones a su cuadro, le estampó el puño en la cara y le exigió un duelo.

EL AMOR Y LA MUERTE

El cuadro “El amor y la muerte”, de Francisco de Goya y Lucientes aborda el tema de la pasión amorosa que conduce a la muerte, una aguatinta del Museo del Prado. El artista critica la práctica del duelo,  prohibido años más tarde por ser una práctica irracional basada en una caduca idea del honor, lejos de la idea romántica de llegar a jugarse la vida por una deslealtad. 

En este año en que lo hizo, 1799, Goya fue nombrado primer pintor de cámara, elevando desde entonces su prestigio. El artista fue amigo del político Moratín, con quien intercambiaría ideas para la serie que realizó sobre los Caprichos. 

La sátira hacia la mala educación y la ignorancia, fruto de la preocupación de los ilustrados, dejan constancia en sus Caprichos sobre las supersticiones, producto de la ignorancia, como la brujería, manifestación suprema de la falta de instrucción.

También condena de los vicios arraigados en la sociedad y en el clero:  la gula, la pereza, la lujuria o la avaricia y, sobre todo, los abusos del poder.

El genial pintor David Alfaro Siqueiros, fue el último en morir de los tres grandes del muralismo mexicano, junto a José Clemente Orozco y Diego Rivera.  La obra de Siqueiros, como en este tema “Los caídos por la Revolución Mexicana”, recoge con gran vigor la conciencia de su época, bebiendo del pensamiento revolucionario que plasmó con fiereza en la ejecución de sus temas.

Una pintura cargada de ácidas críticas, que llevaron al artista a sufrir el destierro primero interior, después exterior en Chile, y a la cárcel en varias ocasiones, por su participación en una manifestación del primero de mayo, y más tarde, en 1960, acusado de promover la “disolución social”.

Un artista potente, con una personalidad arrolladora que vertió tanto en su obra como en su vida hasta su muerte en 1974 de un cáncer que desconoció hasta el último momento.

CASAGEMAS EN SU ATAÚD

Pablo Picasso pintó en 1900 a su amigo de juventud muerto: “Casagemas en su ataúd”, obra que se conserva  en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).  Carles Casagemas y Picasso eran parte de la bohemia artística de la Barcelona de principios de siglo XX. Entre excesos y burdeles, se hicieron inseparables y se instalan en París, en un pequeño estudio que convirtieron en una especie de comuna.

En las noches parisinas, Casagemas se enamora perdidamente de una modelo, Germaine,  y comienza el desastre, pues la joven le rechaza reiteradamente y Casagemas deja de pintar y se dedica a beber, a tomar morfina… hasta perder la cabeza. Tanto es su deterioro que Picasso se lo lleva de nuevo a Barcelona.

Pero el joven pintor no quiere recuperar la cordura y, tras semanas de excesos y borracheras, vuelve a París en busca de Germaine, quién le rechaza de nuevo. Entonces reúne a unos pocos amigos, incluida Germaine, con el pretexto de despedirse y, tras unas palabras, saca una pistola y dispara hacia Germaine y después hacia su cabeza.

Con su muerte tan dramática, Picasso cae en depresión, no exenta de remordimiento, que afectaría hasta a su pintura. Así comienza su etapa azul, mientras se apaga la vida de su amigo, en plena juventud, a los 21 años, y al que dedica varios cuadros, en los que reflexiona sobre la muerte, el abandono, la tristeza, el desamor.

EL TRÁNSITO DE LA VIRGEN          

“El Tránsito de la Virgen”, de Andrea Mantegna” (1462) es una de grandes creaciones de este pintor, uno de los grandes del Quattrocento italiano. Pese a faltar el tercio superior, es espectacular la imagen de los ángeles con Cristo recibiendo a la Virgen en los cielos, según la iconografía católica.

La imagen muestra, pues, el último momento terrenal de la Virgen. Según los Evangelios Apócrifos, tras anunciarle San Miguel su fin terrenal, María convocó a los apóstoles, que acuden a su llamada. La cuidada ambientación veneciana, es tomada de su suegro, el gran Jacopo Bellini.

Obra maestra por su perfecta composición, resuelta mediante una hábil contraposición de horizontales (ventana y lecho) y verticales (apóstoles y pilastras); también por el dominio de la perspectiva y por la individualización de los rostros de los apóstoles y el tratamiento del paisaje, una de las primeras vistas topográficas de la pintura italiana.

LA DORMICIÓN

“La Dormición” o “Tránsito de la Virgen” de Caravaggio fue la última obra realizada por el artista italiano antes de ser acusado de homicidio en 1606.  El naturalismo oponiéndose al manierismo de su tiempo…. .

A pesar de estar considerado por algunos como el cuadro más profundamente religioso, la escena debía representar el tránsito de María, pero fue criticado duramente y rechazado por falta de decoro por los monjes ofendidos, que decían que era un tratamiento muy real de un tema religioso. 

Caravaggio representa a la Virgen muerta en la tierra rodeada de unos apóstoles excesivamente normales, de rostros hasta vulgares, que parecen hombres de la calle, que exteriorizan su dolor, o no, ejemplos de la emoción humana. 

Fue una pintura que impactó, no solo por el excesivo naturalismo sino también por su contenido espiritual: una virgen demasiado humana de aspecto pobre, con los pies descalzos, de una veracidad tal, que sobrecoge.

Le faltaría el coro superior de ángeles que, junto con Cristo, la reciben a su llegada a los cielos, de ahí quizás ese cuerpo sin rastro de vida, una manera de representación que refleja las ideas contrarreformistas de Savonarola, Felipe Neri, o Carlos Borromeo.

Texto y fotos: Efe

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