En agosto de 1937 dio inicio formalmente la transformación del proceso agrario en Yucatán, tras la publicación de las normas y nuevas reglas para el desarrollo de los ejidos, sus condiciones del impulso a políticas públicas para alcanzar un proceso ordenado productivo y social del agro de nuestro estado, en su proceso inicial, este proyecto cumplió su meta con la emancipación del campesino yucateco de la semi esclavitud y el reparto de las haciendas, sin embargo, la segunda parte no se cumplió, el campesino de nuestro estado vive en la pobreza, sujeto a las dádivas gubernamentales, lo que establece que ésta nunca se ha cumplido, sostiene el investigador Othón Baños Ramírez.
El investigador y docente, establece que la denominada reforma agraria ha sido, en el caso de México, un ejercicio político de arriba hacia abajo, donde Yucatán no es la excepción, esto ha establecido que no se ha planificado, por ende no con la continuidad y proceso de concreciones reclama, ya sea por los cambios establecidos desde el centro o por las prioridades de los gobernantes en los estados, donde desde luego se incluye al nuestro.
A través del tiempo, el problema agrario en Yucatán ha sido analizado por muy diversos autores y se han postulado por ende un gran cantidad de teorías, sobre este tema diremos que desde la década de los años 50, 60 70 y 80 del pasado siglo, importantes investigadores aportaron datos, temas y funcionalmente una visión muy amplia de la situación, pero el problema no se concreta solo a estos tiempos, ya esta condición se tornó un tanto romántica de la situación, y los nuevos autores advierten sustantivos cambios y nuevas condiciones a la situación del campesino yucateco.
Políticas sin resultados
La situación agraria de Yucatán también ha sido analizada por investigadores extranjeros con postulados, donde se establecen teorías marcadas por un concepto más economista, sobre las unidades de producción, sus valores y condiciones ante el nuevo siglo, es el caso de Gilbert Joseph, Marie Lapointe, Ben Fallaw, quienes advierten sin distingos los errores y graves problemas establecidos en las políticas implementadas durante décadas sin resultados y donde se manifiesta la falta de seguimiento y propuestas claras para resolver la situación de este sector productivo del estado de Yucatán.
Los autores en sus diferentes ponencias advierten los errores que se establecieron en los experimentos gubernamentales en los ejidos yucatecos, con una comunista, que sin tener un sustento y una fórmula adecuada falló y no se corrigió desde las perspectiva gubernamental de los años 40’s, marcando las condiciones del proceso de producción por más de 4 décadas sin resultados, pero alentando la inactividad del sector productivo y encauzando las malas acciones de parternalismo, clientelismo y corrupción del campo hasta nuestros días.
Del auge henequenero en Yucatán en 1901, hasta un siglo después 2001, el problema del sector agrícola de Yucatán se manifiesta crítico, alarmante al no establecerse una visión político, social económica de las condiciones del campesino, de crecimiento, desarrollo y posibles tareas de recuperación, lo que enmarca las graves consecuencias sufridas en un siglo de desesperanza, malversación de fondos y políticas más inducidas y aplicadas por parte del gobierno y soportadas por el propio ejidatario. En su libro, Los nuevos Campesinos de México, en el caso de Yucatán, Baños Ramírez desglosa una serie de opiniones y puntos de vista sobre la condición en la que en pleno siglo XXI, la reforma agraria, iniciada por Lázaro Cárdenas del Rio, no ha sido completa y la situación del campesino yucateco es por demás mala y sin posibilidades de mejorar.
Malas inversiones
En este documento, el también escritor y periodista expone que el desarrollo del ejidatario yucateco ha ido en tres vertientes, el pasivo –de las mayorías-, el oficialista – del partido oficial- y el independiente, – de los autonomistas-, pero que sin embargo es coincidente, debido a que el resultado es muy similar, donde no hay progreso, no hay desarrollo y tampoco un proceso productivo ordenado y una respuesta social concreta.
Y es que la profunda crisis del sector henequenero del estado ha marcado este problema, asienta el documento, ya que desde los años 80’s del siglo pasado, -hace35 años-, las inversiones en el sector agrícola no eran ordenadas y la recuperación era mínima, esto es, de cada peso invertido en el agro yucateco, solo se recuperaban 17 centavos
Tan solo una década de 1970 a 1980 de las 150 mil 460 hectáreas en las que se producían productos agrícolas, bajó a 135 mil 302 hrs, con una reducción en la producción de esta superficie de poco más del 45 por ciento.
El reporte establece también que de 60 mil ejidatarios registrados en esa misma década, hoy suman 300 mil, pero que no están en el registro, lo que contempla un problema de información sobre el porqué no hay un registro permanente o en qué condiciones permanecen estos agricultores o campesinos. En la modernidad, las cosas han cambiado, según reporta el Inegi en su último censo del sector agropecuario de 2010, donde establece que en Yucatán funcionan un total de 105 mil 848 unidades de producción rural, 3 mil 274 unidades urbanas, 49 mil 90 agropecuarias, en un total de 727 ejidos, de un total de 29 mil 983 ejidos registrados en México.
Después de tres décadas de haberse aprobado la ley agraria, los cambios en la propiedad de la tierra han sido modestos, la dinámica económica del sector rural no ha repuntado, ni en relación a la tan deseada autosuficiencia alimentaria, ni en términos de competitividad frente a la economía global se vislumbran.
Por estas razones, la condición del sector agrario de Yucatán advierte tintes fatalistas y la supervivencia del campesino de nuestro estado se enmarca en la pobreza, la desesperanza y pocas condiciones a transformar el daño ocasionado por las malas políticas, visión poco consecuente, formas y métodos arbitrarios, la corrupción y mínima capacidad para apuntalar las condiciones de los ejidatarios yucatecos.- José Cortazar Navarrete