Confesiones.
La solitaria renuncia de Carlos Joaquín.
Independientemente de la gran desorganización, la que rodeo el marco de la rueda de prensa que Carlos Joaquín ofreció el lunes en la Ciudad de México, para anunciar su renuncia al Partido Revolucionario Institucional, lo que mas llamo la atención fue el animo sombrío del evento.
No se trata solamente de destacar la falta de cuidado en los detalles que en estos casos son tan importantes, en la premura o incapacidad, que reflejaron apresuramiento, sino la sensación opaca, apagada, de apuro.
Daba la impresión pues, que la renuncia le atormentaba profundamente, mas mucho mas como uno supondría que debería de ser, de mostrar en contraste un animo festivo por la noticia de su candidatura por otro partido para la gubernatura de Quintana Roo.
Porque si bien Carlos Joaquín lograra a como de lugar su objetivo de ser candidato a gobernador, no será como el quería, no lo será por el PRI, para el, la única vía, el resultado ideal aceptable, era ser postulado por imposición.
La suya no era una batalla para pugnar por una competencia interna de carácter democrático, el sabia que los números nunca le favorecieron, lo que el pretendía era una nominación directa en su beneficio.
Para Carlos Joaquín los preceptos institucionales que rigen el dogma priista pasan a segundo termino, la única democracia y reglas que funcionan son las que lo benefician a el, solo a el, si no es así, entonces se victimiza y se asume perjudicado injustamente.
Como jamás existió la posibilidad de que lograra la nominación, tanto porque su posicionamiento nunca alcanzo para ello, como por su actitud rupturista, por quebrantar y desafiar reglas y autoridades, su renuncia era sola cosa de tiempo, a nadie sorprendió.
De hecho el suyo fue un discurso para justificar, en ningún momento de la rueda de prensa, para plantear un proyecto, no hubo arengas convocantes, únicamente un recuento de quejas, un mensaje que todo el tiempo giro en torno suyo, en solitario.
El eco del lenguaje, también el corporal denotaban mas tristeza que jubilo, seguramente sintió muy rápidamente, la sensación de ya no contar con los privilegios de la fuerza de la militancia priista, de empezar a entender lo que se deja atrás.
Lo que significa iniciar un proyecto político, sin definición estructural o ideológica, en la soledad conceptual y practica, finalmente una decisión personal.
Esto porque, el comunicado oficial que ese mismo día publico oportunamente el Comité Nacional del PRI, para efectos de asumir postura respecto de su desprendimiento, fue tan contundente que lo dejo sin argumentos.
El boletín del partido, fue una explicación puntualísima, que sirve para escalecer las causas, las razones, tanto de su renuncia, como del hecho que el partido no cedió a chantajes de su parte. Recupero la parte del comunicado que es una fotografía, mediante la cual se retrata la realidad sin anestesia:
“El PRI es un partido de la legalidad y como tal no puede forzar los tiempos ni actuar conforme a los deseos, emociones u obsesiones personales de ninguno de sus militantes para tomar decisiones apresuradas, fuera del marco de la normatividad que guía la vida interna de nuestro partido y el proceso electoral en su conjunto”
un mensaje extremadamente fuerte sin duda, poco común pero que se explica y entiende por si solo, no solo porque significa echar por tierra todos los argumentos que Carlos Joaquín quiso utilizar para imponer una presión, sino por el desdén que el PRI, le otorgo evidentemente a su renuncia.
Carlos Joaquín expreso a sus seguidores para obtener su simpatía, entre otras tantas teorías, muchas de ellas del caos, que tenia línea directa con los Pinos, que seria designado candidato desde esa instancia, pasando por encima de todo y de todos.
El sentido de la postura del partido, es la respuesta y entonces el argumento principal que confirma lo que aquí hemos comentado en múltiples ocasiones, el que Carlos Joaquín y solo el, fue quien, siempre falto a la verdad, equivoco la forma, el procedimiento.
La réplica fue contundente, por ello no le quedo mas remedio que renunciar, aunque eso es claramente temerario, producto de un talante obsesivo, emocional, puramente instintivo.
Ante la certeza de su eventual salida, con mucha anticipación el Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional, calculo los riesgos, no tanto los de un desprendimiento individual, sino lo que en todo caso era mas importante, cuantos y quienes lo seguirían.
Es evidente que en el computo, el factor de riesgo se considero mínimo, no represento un escenario en el cual se provocara una ruptura colectiva, la desunión interna, Carlos Joaquín se va literalmente solo.
Lo que sigue, una vez que se conozca el nombre del abanderado priista a la gubernatura, será la competencia electoral, la verdadera batalla, en la que la diferencia esta señalada en la gran capacidad de organización y estructura de ese partido.
En la medición de los números que reflejan la intención de voto que hoy, confirman una supremacía imbatible, y que en todo caso para revertirlos se necesitara mas que teorías fantasiosas, producto de la soberbia y que terminan cayendo por su propio peso.
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Guillermo Vazquez Handall