René Emir Buenfil Viera
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La primera sesión que una pareja toma terapia vienen con muchas interrogantes, incertidumbre y nervios.
Es natural, pues muchas veces nunca han vivido este proceso en pareja, y aunque ya hayan llevado o lleven terapia individual alguna de las dos personas o las dos, esto no es lo mismo, pues no saben cómo pudiera reaccionar su pareja con lo que se va a decir, quizá hasta tengan miedo de decir ciertas cosas por cómo se puede poner su pareja, otras personas están a la expectativa de sus propias reacciones, puede ser al hablar de cierto tema, o por si algo que dice su pareja les haga enojar, o recordar y revivir algo doloroso tal vez las ponga sensibles o las haga llorar y no quieran.
Algunas personas entran al proceso con cierto hartazgo por el tiempo que han vivido algunas situaciones que pareciera que las soluciones son poco probables o casi nulas, que sienten que ya han intentado todo una y otra vez pero no funciona, puede que se den cuenta o no pero han caído en un patrón repetitivo o en un ciclo de hacerse daño, y pese a las buenas intenciones no han visto frutos de mejoría, ni por las buenas, ni por las malas, ni por favor, no gritando, ni calmados las cosas cambian, y puede ser que le echen la culpa a su pareja o se sientan culpables de estar en este bache emocional tanto tiempo.
La terapia de parejas genera esperanza cuando se empiezan a vislumbrar nuevos caminos, cuando se escuchan una persona a la otra de manera diferente y esto va generando una nueva empatía y otra disposición de entender qué es lo que vale la pena rescatar de la relación y qué requisitos se necesitan para salir adelante, ponerle punto final a un capítulo para empezar a escribir uno nuevo sin tanto drama.
La esperanza en la pareja se construye cuando siguen existiendo puntos de encuentro, o siguen existiendo las ganas de mejorar ya sea recuperando momentos o acciones que se fueron dejando a un lado o concentrándose en construir cosas diferentes y futuros distintos, aunque impliquen cierta renuncia y flexibilidad para abrir nuevas brechas.
La esperanza se va construyendo en terapia cuando les cuento historias de éxito y que sí se puede superar esta crisis, que las diferencias les lleven a complementarse y coordinarse y sean fuente de riqueza, cuando pueden renovar acuerdos que ya no funcionan y retomar retos o metas que estaban olvidadas para luego irse por otras nuevas entendiendo que será complejo, pero que no es imposible con cambios de hábitos, intentando de otras maneras, reconociendo sus errores, y admitiendo lo que la otra persona quiere y necesita como válido en lugar de pelear, transformando sus respuestas a la hora de las dificultades y sobre todo, renunciando a los egoísmos para priorizar la unidad, ser un equipo, procurar la reciprocidad y aceptando la libertad de la otra persona de ser como es y ver con buenos ojos en quienes se van convirtiendo día con día.