La verdad…

Las cosas funcionaban bien. Llevaban desde tiempos lejanos funcionando así. Porque todo iba perfectamente al compás. Ritmo con ritmo, verso con verso, tiempo con tiempo. Y así había sido y así era…y así es como era hermoso.

La Luna mandaba cada noche un beso a cada una de las estrellas, ellas a coro cantaban una canciòn al maguito, el maguito enviaba a la Noche su rosario de buenos deseos… Y así era. Amanecía lindo, el pueblo sereno, los prados verdes… Todo en orden y belleza!

Pero el maguito era joven y travieso, y a veces despistado. Aquella velada de abril olvidò enviar a la Noche su cadena de buenos deseos. Y como en el pueblo gustaban las costumbres y las cosas bien hechas al amanecer nada funcionò…

Se perdieron las cosechas…
Alguien tropezò en la escalera…
Una puerta se rompiò…

El maguito en verdad se asustò. Pero nadie le dijo nada. Y todo siguiò mal, cada vez peor. Hasta que el Gran Mago tomò una decisiòn. Y le dijo al maguito la verdad. Porque la verdad hay que decirla. Le dijo que había obrado muy mal. Que debía reflexionar…

Y el maguito recapacitò. Sabía ya él que no había actuado de buenas maneras. Se había equivocado. Y cuando todo está bien y cuando hay afecto uno tiene que corresponder. Y reconocer sus errores, y aprender de ellos. Y el maguito así lo hizo.

Y todo estuvo mucho mejor que antes…

Dedicado a los que hacen magia
A mi mago, que es un mago
A los que quieren de verdad
A Luisito, y a sus hermanos

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