Las complejidades de ser mamá

René Emir Buenfil Viera 
psicrenebuenfil@gmail.com

Las maternidades han sido romantizadas a lo largo del tiempo, y se les ha echado la culpa de los traumas infantiles o del comportamiento de las infancias, las mamás pueden tener miedo de ser juzgadas y sentir la presión de ser perfectas o sacrificadas para poder ser reconocidas y aplaudidas. 

Muchas de las acciones cotidianas de las mamás son invisibilizadas o poco valoradas, cuando implican a muchas mujeres priorizando el rol de madre por sobre todo lo demás. Hay madres que nunca quisieron serlo o que no tuvieron lo necesario para maternar con amor o no supieron cómo, así como hay muchas que hoy están intentando cambiar, trabajar en ellas mismas y ser las mejores versiones de mujeres que pueden ser para así también crecer como madres, pero sobre todo las maternidades son toda una serie de relaciones que se entretejen y que nacen como resultado de decisiones, ya sea de la mujer sobre sí misma y su cuerpo y a veces por decisiones de otras personas que ejercen el control sobre los cuerpos de las mujeres. 

Las mamás en terapia son un conmovedor ejemplo de mujeres que por ellas mismas y sus hijos, hijas, hijes, quieren hacer el trabajo psicológico de enfrentar una depresión postparto, o enfrentar la orientación sexual o identidad de género de sus hijxs, o su diversidad funcional, madres que no quieren seguir arrastrando ese trauma generacional y quieren romper el ciclo con todo el cuidado de sanar sus heridas emocionales, mamás interesadas en la crianza respetuosa que quieren aprender y se maravillan de los resultados cuando ponen todo esto en práctica.

Muchas mamás que en terapia se atreven a dejar atrás la idea de quedarse en un matrimonio “por sus hijos” para entender que sus hijos necesitan mamás felices, no mamás con pareja, y sobre todo, mamás que recobran la confianza de que pueden salir adelante por ellas mismas si confían en sus virtudes, talentos y cualidades, mamás que se conectan con su creatividad e imaginación cuando aprenden a manejar la ansiedad y el estrés para construir bienestar junto con su entorno, mamás que empiezan a poner límites sanos y a disfrutar de los beneficios para su salud mental, mamás que aprenden a tomar descansos, a no agotarse y desvivirse en mil pendientes, que hacen las paces con su imperfección y con los errores que como humanas cometen, mamás que desarrollan la capacidad de reflexionar cada vez más y actuar cada vez menos de manera impulsiva de la que luego se arrepienten. 

Se vale querer tirar la toalla, se vale sentirse rebasada, se vale no querer estar siempre y a cada momento con tus peques, se vale relajarse y no tomarse las cosas tan en serio, se vale ser irreverente y ejercer tu maternidad a tu manera. Vivan las mamás feministas que retan al patriarcado a la cara, vivan las maternidades por deseo, por adopción, sin presiones, que saben de lo revolucionario de la ternura y lo radical que es apoyar a otras mamás y hacer comunidad para una vida más llevadera, compartiendo, echándose porras y sosteniéndose en momentos difíciles. 

Y gracias a las que eligen no serlo.