¿Las instituciones hacen bien su trabajo?

Primera parte –

Por: Mateo Peraza Villamil

 

En esta primera entrega plasmo la opinión de cuatro escritores pertenecientes a diferentes generaciones y géneros literarios. Realicé esta recopilación de perspectivas para presentarle a usted, lector, el modo en el que los artistas califican el apoyo de las instituciones culturales, y cómo estas influyen en el crecimiento, difusión y proliferación de la cultura (en este caso particular de la literatura) en la ciudad de Mérida.

 

Recibí en audio las respuestas de Jorge Manzanilla. No pudimos hablar, no tuvimos tiempo porque Jorge está en El Paso, Texas, estudiando una maestría en Creación Literaria, y está ocupado estudiando, escribiendo. Es poeta, ha publicado cinco libros de los cuales sólo he podido leer una antología en la que recopila, junto al escritor Marco Antonio Murillo, poemas de escritores nacidos en la década de los 80’s, obra titulada “Casi una isla”, y un poemario maravilloso: “Diáfano 23”.

–Hasta “El paso” voy a tener que ir para estudiar Literatura Latinoamericana–dijo Jorge una mañana, sonriendo. Entonces trabajábamos de reporteros multifacéticos en Encuentro Digital. Probablemente estábamos en Paseo de Montejo, parados en el techo de un segundo piso al que salíamos a fumar, o frente a frente, antes de comentar alguna de mis erratas en las notas del día.

–Qué curioso –dije–, parece una broma. Probablemente Literatura Norteamericana se imparta en Perú.

–Lo parece. Oye, por cierto, “actúa” lleva tilde.

–Ahora lo arreglo.

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Jorge Manzanilla considera que la literatura no tiene directriz. Cree que lo que depara el futuro es un incremento poblacional de poetas, narradores, en sí: de gente dedicada a escribir o que cree desenvolverse en una rama artística cada vez menos valorada o comprendida en su totalidad. Cuando pienso en él, lo imagino caminando en un desierto, imagen trillada, tirando a ridícula, pero Jorge realmente camina un desierto, un desierto lleno de luz , recalcitrante, donde avanza sonriendo, fuerte, saboreando grandes y esporádicos logros. “Un poeta lo puede soportar todo”, dice Roberto Bolaño. Sin duda, Jorge Manzanilla es un poeta.

Plasmo aquí la pequeña entrevista:

Yo: ¿Qué perspectiva tienes sobre el panorama cultural actual en Mérida, en tu caso particular, el panorama poético y prosístico?; además: ¿Qué predicciones tienes para este panorama en unos diez años?

Jorge: Yucatán es emergente en comparación con otros estados. Hay una cartelera cultural, lujo que no pueden darse en otros sitios de la república. En ese sentido sí hay un progreso, aunque sea a ritmo de tortuga. Sobre las predicciones, probablemente va a seguir igual. Habrá más poetas, más narradores (como en todos lados). Se volverán como hormigas. Habrá más editoriales independientes; quizá abran otro premio. Todo esto no quiere decir que vaya a mejorar el nivel. Yo creo que va a seguir estático (incluso va a tener menor nivel literario que en otros estados), puesto que no habrá formación para los escritores. Ahora, en Mérida, solo hay pequeños guiños de lo que se quiere hacer, guiños inconcretos. Tenemos la Escuela de Escritores (Leopoldo Vallado Peniche), un taller que hasta ahora no da ningún resultado a pesar de tener uno o dos años. Dudo que pueda darlos más adelante.

Yo: ¿Qué piensas del papel de las instituciones culturales?

Jorge: Las instituciones tienen mucho que ver, pero también hay una carga en los creadores. Los creadores estamos acostumbrados a ser chillones. Solemos echarle la culpa a las instituciones cuando existen problemas que no tienen que ver directamente con ellas. La obra, por ejemplo. Si la obra es mala, ¿qué se puede hacer? Es mala, punto. Hay también problemas por parte del gobierno en este sentido: no hay criterios de calidad. Sedeculta funciona como una imprenta, no como una editorial. Se publica lo bueno, lo malo, lo pésimo… Todo se imprime. No hay un ejercicio de crítica. Respecto a esto, hago una pregunta gigantesca: ¿quién hace el canon yucateco? No lo sé. Lo que sí sé es que dentro de ese canon podemos ver a una Virginia Carrillo (que no escribe), una Karla Marrufo (que tuvo dos poemarios buenos pero intrascendentes). Hay que analizar el problema institucional a través de los individuos que conforman la institución. Hay que descifrarlos uno por uno.

 

No conozco a Adán Echeverría pero somos amigos en redes sociales. Adán es uno de los comentaristas asiduos que aparecen diariamente en mi página de inicio. Es un tipo crítico, que vale la pena leer, lo cual es genial, significativo, tomando de ejemplo a los “opinológos” fútiles que inundan el movimiento virtual. Sobre su trayectoria en Mérida, sé que impartió talleres, que ha publicado poco más de una decena de libros, que es un sujeto siempre dispuesto al debate. En síntesis, un escritor maduro y constituido. Ahora radica en Baja California.

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Le planteé preguntas similares: ¿Cómo ves el panorama cultural en Mérida? ¿Qué predices para él en diez años? ¿Qué papel cumplen las instituciones? ¿Qué obstáculos viven los artistas emergentes? Adán me respondió una letanía muy interesante, misma que puntualizaré a continuación. Lo mejor sería ponerla completa, pero tengo un límite de cuartillas.

“El panorama cultural en Mérida está creciendo”

•Sobre el panorama cultural actual. 

Me parece que el panorama cultural en Mérida está creciendo mucho. El trabajo que vienen desarrollando los promotores de cultura, junto con los grupos independientes, más las escuelas de escritores, los diferentes foros, la misma ESAY y sus áreas de dramaturgia y artes visuales, han hecho que el crecimiento cultural en Yucatán crezca. Cada mes, si es que no cada semana, hay alguna actividad que realizar, alguna muestra de teatro, alguna galería por inaugurar obra. ¿Qué es lo que creo que falta? Falta crítica, dejar de aplaudirse los unos a los otros. Falta menos víscera en las críticas, readecuar las soberbias y alejarnos de las vengancitas estúpidas.

•Predicciones para el panorama cultural. 

No puedo hacer predicciones, pero creo que si la Sedeculta en su área de Literatura se dedica a establecer un directorio creciente, una búsqueda de autores yucatecos, la literatura yucateca saldría ganando. Con las nuevas plataformas tecnológicas bien podrían catalogarse a los autores Iniciales, a los de Mediana Trayectoria y a los de Amplia Trayectoria, considerando Premios y Becas (estatales y nacionales), Publicaciones Personales, Publicaciones Colectivas, Publicaciones en Físico (estatales y nacionales, tanto como de autor, o por medio de un consejo editorial), Publicaciones en PDF. Apariciones en publicaciones periódicas en físico, en PDF o virtuales (sólo en línea), en portales nacionales como en portales internacionales. Esos directorios o catálogos sólo podrían hacerle bien a nuestra literatura yucateca o mexicana.

•Obstáculos para ser escritor contemporáneo: 

En México, como en toda América Latina, los escritores no pueden vivir de ser escritores.

Recientemente Tierra Adentro, donde he publicado desde el año 2004, me comentó que no podía publicarme mientras no pudieran pagarme. Y como soy becario Conacyt, pues no puedo darme de alta en Hacienda, ni cambiar todos mis datos fiscales para poder acceder a un pago de 2,400 pesos por un cuento que iban a publicarme en enero de 2017. Ésas fueron las noticias que Bernardo Esquinca, el editor de la revista Tierra Adentro, me señaló. Una absurda forma de cerrarles la puerta a los creadores. Los presupuestos en cultura son muy pocos, y muchos los que se dicen escritores, y los que son escritores. Por tal motivo la batalla por los presupuestos se vuelve una descalificación infame. Son 32 entidades federativas, si te comento arriba que hay alrededor de 200 escritores en Yucatán, cuyas edades fluctúan entre los 80 y los 16 años, la batalla presupuestal es totalmente estúpida, porque de inicio está mal enfocada. Además de que muchas obras que se financian con becas o presupuestos no llegan a realizarse. Lo cierto es que si pudiéramos tener un trabajo que nos dé el sueldo que necesitamos para vivir, lo más pegado al interés que tenernos, en este caso la literatura, sería mucho mejor. Se puede dar talleres, se puede promover la literatura, se puede trabajar como agente literario, profesor, de asignatura, investigador, se puede perseguir premios y becas, vivir de ellos, si tenemos el empacho para ello. Continuar con los estudios, y generarte una amplia cultura. Pero pocos son los que viven de sus regalías por la venta de sus libros.

•Sobre el papel de las instituciones. 

Les falta mucho. Por ejemplo, dejan de lado la posibilidad de tener Programas Interdisciplinarios de Servicio Social. Si cada Dirección de Literatura tuviera un grupo de estudiantes cumpliendo su Servicio Social interdisciplinario, para cada autor que publican, estos autores por lo menos durante las 480 horas que tarda el Servicio Social podrían tener participación con la sociedad. Pero pretenden que todo parezca una imposibilidad de presupuestos, de gastos presupuestales.

 

 “Yo apoyo el arte emergente”

Koyoc es un sabio de las revistas underground. ¿Qué poema de aquel escritor ignoto se publicó la semana pasada?, Él, probablemente, lo sabe. Es un trabajador incansable en favor de la cultura. Gran parte de las veces, incluso, no obtiene retribuciones fuera de la satisfacción existencial de perpetuar el arte. Además es un buen escritor, un buen amigo, alguien que no cede a las alabanzas y opta, sanamente, por los debates titánicos.

 

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Hablamos por teléfono. Le digo que me hable sobre el panorama cultural que impera en estos tiempos, con la humanidad dirigiéndose inexorablemente al declive analfabético, al abismo global, a un apocalipsis cultural en el que sólo se podrá ver a los buitres que lo provocaron, quienes, como siempre, rondarán la carne viva y la carne muerte, se alimentarán de lo que puedan. Koyoc se ríe de mis exaltaciones y dice:

“El problema de las instituciones gubernamentales es que dictan una línea sobre ‘lo que se debe escribir’. Esto podemos verlo en el Fonca o con algunos escritores que ganan concursos aquí porque ‘ya saben lo que deben escribir’. Esto limita la creatividad, condiciona el sistema literario. Yo, sin embargo, trato de apoyar el arte emergente en todo lo que puedo, y eso incluye mis capacidades de restricción en relación a este arte. Sobre los obstáculos para los escritores, hay algo fundamental: ‘que la gente crea que se escribe o se lee por ocio’. Ese menosprecio es terrible”.

 

“Las instituciones obstaculizan el libre crecimiento del arte”

Marian estudia Literatura Latinoamericana. Cree en el poder de las letras como herramienta de cambio social, característica extraña en alguien de su edad. Hemos convivido en diferentes ambientes. Hemos criticado nuestras obras, hemos disertado, como amigos que somos, sobre cuentos, poemas, sobre la vida de los escritores.

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Le pregunté qué obstáculos ve en su vida laboral, le pregunté cómo ve el papel que juegan las instituciones en la cultura.

Me respondió al revés:

“Creo que precisamente las instituciones culturales son las que en ocasiones obstaculizan el libre crecimiento del arte. A veces uno tiene ideas y propuestas que no se llevan a cabo por no cumplir los “rigores” (aparentemente inexistentes) del arte como institución. Y precisamente esa respuesta la vinculo con la primera pregunta, en la actualidad me estoy topando con obstáculos por parte de la academia para expresar mis ideas. No es falta de campo laboral, sino que tus propuestas como académico, escritor, o lector deben entrar en los cuatro ángulos de la academia. Existen lectores y mientras existan ideas existe campo laboral, por no existe apoyo por parte de los que determinan qué debe ser apoyado y qué no”.

Aquí cierro esta primera entrega, conformada en su totalidad por opiniones de narradores y poetas.

* Estudiante de la Licenciatura en Biología en la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady). Periodista y escritor. Ha publicado artículos en medios digitales, y cuentos en una antología titulada “Lo breve, si bueno…”, publicada por la Secretaría de Cultura del estado de Yucatán (2016). Actualmente trabaja como periodista independiente.

 

 

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