Armando Escalante
Periodista y analista político
Un fallecido líder de opinión comentaba que un niño aprendía qué es el poder sin ni siquiera poder verlo. Usaba un terrible ejemplo para explicarlo: cuando un pequeño, al jugar, metía un dedo en un enchufe eléctrico y sentía el sacudón de la corriente; el niño aprendía con un “toque”, que aquello tenía un poder invisible y aprendía a respetarlo, sin haber visto que fué lo que sucedió.
Del mismo modo, en vida, otro buen amigo sostiene hoy “que nadie sabe qué es la Cuarta Transformación hasta que les hacen algo”. Y vaya que es real. Lo vimos ayer con la sesión de la Cámara de Diputados donde como buenos expertos en difamar, los legisladores que pasaron a tribuna a defender a su líder, usaron toda clase de insultos y adjetivos propios del vocabulario hostil que a diario receta López Obrador.
Votar contra la reforma eléctrica mejor conocida como la Ley Bartlett era algo que se daba por descontado en las filas de la oposición. Lo que se temía era que no se permitiera el acceso a los legisladores de Movimiento Ciudadano, PRD, PAN o PRI, pero se tomaron las previsiones necesarias a tiempo, llegando anticipadamente.
Las tácticas dilatorias propias de los perdedores, parecían querer postergar el suplicio de la derrota. En la tribuna menudearon las acusaciones pero sobretodo, las advertencias fueron todas contra la oposición, por la pérdida de capital político a quien se opusiera al designio lopezobradorista. De alguna manera debían pagar los opositores la afrenta que lanzaron contra su líder al negarse a aceptar una reforma tóxica como la que alienta Bartlett con la única intención de usar a la CFE como la caja chica del presidente, ya que Pemex es la caja grande.
Son dos dependencias en quiebra, ineficaces e ineficientes que con los ingresos que tienen, llenan de dinero fresco a quien luego lo dilapida comprando votos, mediante programas asistenciales y de caridad. Por eso es el feroz interés de eliminar la competencia. La CFE se queda sin dinero ante el avance de las energías limpias y ya no tienen de dónde sacarlo.
Ahora queda que todos los que se opusieron a la Ley Bartlett sientan el poder de la venganza presidencial de AMLO quien desde su alta tribuna podrá perseguirlos, señalarlos con dedo acusador, nombrarlos, subir sus fotografías y, en general, causarles el mayor linchamiento político que se tenga memoria. En los días venideros, veremos al otrora luchador convertido en linchador profesional hacer lo que sabe: insultar y amenazar desde Palacio Nacional a sus opositores, renovando ese sentimiento que nutre a sus seguidores. El futuro político de sus adversarios será el objetivo.
El xix.— Saber por quién votaron para presidente los que ahora están desencantados con López Obrador no es fácil pero si podemos adivinar que ya son muchísimos. Casi podemos afirmar que una mayoría de personas de la burocracia cometió la torpeza de votar por su verdugo. Poco les duró el gusto: los están despidiendo sin que ellos tengan quien los defienda. Los que reclaman tratamientos contra el cáncer muy probablemente sufragaron por el peje, lo mismo que los afectados por el cierre de guarderías, estancias, comedores, etcétera. Los científicos, académicos, investigadores perseguidos por Gertz, desprestigiados por el Conacyt, sin duda marcaron sus boletas por quién ahora los ataca desde Palacio Nacional. Este preámbulo sirve para hablar del mal trato que les dan a los comerciantes que desalojan de mala manera del edificio El Ateneo, en el centro de la ciudad de Mérida, algunos de los cuales —lo podríamos asegurar— deben ser igual simpatizantes del presidente que ahora los manda dejar sus locales con soldados. Los amenazan por la guardia nacional y los obligan a irse con todo y negocios para dar paso a una ocurrencia más del presidente por el que votaron, aunque ni ellos puedan admitirlo ni el autor pueda asegurarlo. Nadie sabe qué es la 4T hasta que llega la hora de abrir los ojos, por sufrir un daño.