¿Cómo lograr la felicidad?

Por: Roberto A. Dorantes Sáenz

 

Hoy quiero hablar sobre aquello que más deseamos y anhelamos en la vida, aquello que nos hace plenos, el que es feliz logra cualquier cosa que se propone. La definición de felicidad que figura en el diccionario nos dice, entre otras cosas, que la felicidad es el estado de ánimo de satisfacción y contento que se complace en la posesión de un bien. Esta definición es parcialmente cierta.

Para Platón, la felicidad es posible cuando el hombre puede contemplar las esencias de las cosas que para este filósofo son las ideas de Dios. Se refiere a ver con el intelecto, más allá de la ilusión que nos ofrecen nuestros sentidos.

Bertrand Russell en su libro  “La conquista de la felicidad” nos menciona cuatro obstáculos que debemos vencer para ser felices.

La culpa. Si la convertimos en un tótem que guíe nuestra vida, hasta el punto de controlar nuestras vidas; si nos consideramos incompetentes en el trabajo, malos padres, amigos en los que no se puede confiar… Si el auto-reproche es la moneda corriente en nuestra vida, jamás lograremos ser felices. Es preciso ser conscientes de nuestras capacidades, ponderarlas en su justa medida, saber de nuestras virtudes y defectos, ser capaces de parcelar el tiempo disponible para sentirnos útiles y contentos con nosotros mismos.

El miedo al fracaso. Es un hecho evidente que no siempre se puede ganar, en ocasiones fracasaremos. Da igual a la faceta de nuestra vida en que nos fijamos, ya sea laboral o sentimental o cualquier otra, cuando empezamos algo desconocemos su final. De hecho, es precisamente una de las razones por las que hacemos cosas, por qué no sabemos dónde acabaremos. Pero la incertidumbre no puede ser una excusa para la indolencia y la apatía. Tenemos que analizar lo que un fracaso puede aportarnos, sus peligros y bondades. Pero, sobre todo, debemos tomar conciencia de que el camino transitado, independiente de su final, tiene una importancia fundamental en nuestro recorrido vital. El bagaje de las cosas hechas es un caudal inagotable de experiencias sumamente útiles para superar el miedo al fracaso fruto de la infelicidad.

El narcisismo. Considerarse el centro de atención, necesitar que los que nos rodean nos vean tal como nosotros queremos que nos vean, sin defectos, inmaculados… Es una de las principales fuentes, a decir de Bertrand Russell, que nos alejarán de la felicidad. La complacencia en nosotros mismos, nos llevará a querer sentirnos admirados, adulados, en todo momento. Pero, no nos engañemos, para los demás no somos el centro de atención. Lo cual no quiere decir que no seamos queridos. Pero el amor no supone adoración. El amor es de ida-vuelta, es recíproco.

El filósofo británico nos recuerda una máxima que debemos fijar en nuestra mente en nuestra búsqueda de la felicidad: “una parte indispensable de la felicidad es carecer de algunas de las cosas que se desean”.

La felicidad en la filosofía platónica se puede alcanzar, para este filósofo griego no había duda de lograr la felicidad. Platón reconoce que no se puede ser feliz sin ver la obra de Dios en el mundo que se manifiesta como modelo para la felicidad humana. Para que el hombre pueda alcanzar la felicidad es necesario que se identifique con Dios practicando la virtud.

El culto religioso y la virtud son por lo tanto en Platón los medios para ser dichoso en esta vida porque sólo los virtuosos pueden ser verdaderamente buenos y felices.

Para Platón la virtud es el conocimiento de lo que es realmente bueno para el hombre y la idea de lo que esa bueno no es relativa sino que es un valor absoluto, porque si no fuera así no podría ser objeto de conocimiento.

Estas dos visiones de felicidad de Russell y Platón nos hagan reflexionar sobre la felicidad, y ya como colofón un pensamiento de la filosofía escolástica que dice: “la felicidad plena la obtiene quien ya posee y contempla el mayor Bien Absoluto”.

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