Los gobiernos mexicanos no entienden o no quieren entender el poder de los incentivos económicos para modificar conductas sociales. Actúan con la convicción de que las sociedades se mueven, o por la voz de sus gobernantes, casi siempre ignorada o por leyes que castiguen conductas, agentes que las infraccionen y castigos que sólo se aplican a algunos. La demostración más clara de la torpeza para entender los incentivos económicos perversos es la Ciudad de México, ahora atribulada por un grave problema de contaminación que insisten en tratar de resolver con el Hoy No Circula. En realidad, lo que los gobiernos de la Ciudad de México han hecho es, precisamente, poner los incentivos para que la ciudad se contamine cada vez más.
Han invertido miles de millones de pesos en hacer más calles, más segundos pisos, más ejes viales, que constituyen un incentivo al uso del automóvil. Ni han aumentado en número ni han mejorado la calidad del transporte público, lo que fomenta el uso del automóvil.
No sólo eso, sino que la medida reina para combatir la contaminación ha sido el Hoy No Circula, lo que se ha convertido en un estímulo para la compra de más vehículos. Desde que aquel gran necio que fue Manuel Camacho Solís inventara el Hoy No Circula se le dijo que eso sólo aumentaría el número de automóviles en la ciudad agravando el problema.
Y así sucedió. Entonces había dos millones de automóviles circulando en la Ciudad de México. Hoy hay cuatro millones de vehículos particulares.
En el actual Gobierno de la Ciudad de México la torpeza y miopía se mantienen: cada vez hay menos días que pueden circular los vehículos.
¿La solución? Comprar otro y otro carro y por eso, en cuanto se aplicaron las contingencias ambientales, la venta de automóviles usados creció 24% y la de autos nuevos casi otro tanto, sólo en el primer mes.
Los incentivos están alineados para que cada vez las familias tengan más vehículos y puedan circular todos los días.
Pero si quieren resolver el problema deben alinearlos hacia el uso del transporte público:
Reordenar y conectar los diferentes tipos de transporte público, Metro, Metrobuses y autobuses.
Realizar inversiones públicas millonarias en favor del transporte público eléctrico.
Trabajar para que las personas puedan usar el transporte público para ir a cualquier parte de la ciudad, y ponerle horarios y trazo definido y definitivo a cada ruta.
Encarecer el uso del automóvil, subiendo el precio de los estacionamientos, encarecer el costo de las placas y revivir la tenencia.
Al mismo tiempo, dar incentivos fiscales amplios a quien adquiera vehículos eléctricos para uso particular o de taxi.
Subsidiar la construcción de bodegas alrededor de la ciudad a donde lleguen los bienes que hoy entran en grandes camiones contaminantes.
Es decir, se trata de cambiar la dirección de los incentivos, que hoy favorece el uso del automóvil particular para encauzarlos a que estimulen el uso de un transporte público eficiente y amigable con el medio ambiente.
Y eso se aplica no sólo para la Ciudad de México, sino para otras ciudades del país que están atrapadas en los mismos incentivos que favorecen el uso del automóvil.
Hasta la próxima con nuevas… Perspectivas
Sin categoría