El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, declaró que la Iglesia cuenta con una Pastoral Familiar dispuesta a ayudar a las familias en su intención de vivir según el plan de Dios, y que existen también movimientos católicos que tienen el carisma de ayudar a fortalecer el matrimonio y la vida familiar, como el Movimiento Familiar Cristiano, el Encuentro Matrimonial y las Dinámicas Matrimoniales, entre otros.
En ese sentido explicó que con esta solemne Eucaristía, están dando inicio en la Arquidiócesis de Yucatán al Año Jubilar, Año Santo, el cual nos convoca a todos los católicos a entrar en esta santa Iglesia de Catedral, y a otros lugares santos ya señalados, con fe y devoción, buscando la gracia de la conversión y el regalo divino de la Indulgencia plenaria.
-Esta indulgencia la puede aplicar cada uno a su propia persona, nunca en favor de otros, ni siquiera de los hijos, pues la búsqueda de la indulgencia debe ser un acto libre y personal como el ejemplo del “hijo pródigo”. En cambio, sí podemos ofrecerla por nuestros difuntos, por un difunto a la vez, cada que acudamos a la Catedral o a los santuarios indicados, con tal de que cumplamos en cada ocasión con las condiciones para recibirla -detalló.
-La entrada del próximo año 2025 nos alienta a extender nuestra mirada de fe hacia nuevos horizontes en el anuncio del Reino de Dios. En el pasado Concilio Vaticano II (1962-1965) la Iglesia tomó conciencia más viva de su propio misterio y de la misión apostólica que le encomendó el Señor. Esta conciencia nos compromete a todos a vivir en el mundo sabiendo que hemos de ser “fermento y el alma de la sociedad humana, que debe ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios” (Lumen gentium, 21) -enfatizó.
Agregó que para corresponder eficazmente a este compromiso la Iglesia debe permanecer unida y crecer en su vida de comunión. “El acontecimiento jubilar es un fuerte estímulo en este sentido. El paso de los creyentes hacia el tercer milenio no se resiente absolutamente del cansancio que el peso de dos mil años de historia podría llevar consigo; los católicos nos sentimos alentados al ser conscientes de llevar al mundo la luz verdadera, Cristo el Señor”, expresó.
-Un “Jubileo”, también llamado “Año jubilar” o “Año santo”, es una celebración que tiene lugar en la Iglesia y sus orígenes están en el judaísmo, en tanto que en el cristianismo encuentra su primera expresión al inicio del ministerio público de Jesús de Nazaret, con el anuncio del cumplimiento del “Año de gracia del Señor”, tal como lo expresaba el Libro del Profeta Isaías (cfr. 61, 1-2) -expresó.
-El jubileo judío se celebraba cada 50 años. Se trataba de un año sabático en el cual se descansaba, se ponían los esclavos en libertad, se dejaban de trabajar las tierras y se restituían las posesiones que se habían comprado. Dice el Libro del Levítico: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes no son más que extranjeros y huéspedes” (Lv 25, 23) -puntualizó.
-En la Iglesia católica, el “Año jubilar” o “Año santo”, es un tiempo en que se concede gracias espirituales singulares o indulgencias, a quienes cumplen determinadas condiciones, a imitación del año jubilar de los israelitas mencionado en el Antiguo Testamento. El jubileo es una celebración que de ordinario tiene lugar cada veinticinco años y en la que se concede la Indulgencia plenaria. Es un año extraordinario de gracia, de llamado a la conversión y de muestra de la misericordia divina -aseveró.
Precisó que esta es la razón por la que también los matrimonios celebran de manera extraordinaria su 25º y su 50º aniversario, al igual que los religiosos celebran en los mismos tiempos sus aniversarios de votos y los sacerdotes celebramos nuestros aniversarios de ordenación sacerdotal. La Santa Iglesia se ve reflejada en cada alianza matrimonial, alianza religiosa y alianza sacerdotal.
“Mirar el futuro con esperanza también equivale a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás. La comunidad cristiana no se puede quedar atrás en su apoyo a la necesidad de una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica. Necesitamos recuperar la alegría de vivir, porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios. no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente”, dijo.
Texto y foto: Darwin Ail