No hay inmoralidad sin ruina. El mal, dice Víctor Manuel Mendiola, corroe el interior de los hombres: “al final de cuentas el mal toca nuestras vísceras, toca nuestro cuerpo y de esa manera toca nuestra conciencia, nuestra integridad moral, el mal echa a perder nuestras vidas y nos causa un dolor en la conciencia, pero es curioso… el mal trastorna la vida interior de nuestro cuerpo, nos trastorna orgánicamente”.
El poeta, novelista y editor ausculta en su nuevo libro “el mundo terrible que estamos viviendo” y la manera perpetua de caer inevitablemente en la malignidad. La bruja (El Milagro, 2017) es una exploración moral y estilística en torno a una condición negativa que, dice el poeta, “toca inevitablemente a todos; en mayor o menor medida nos enfrentamos al mal porque el mal no es algo ajeno, está en la vida”.
Para acercarse al tema, Mendiola (Ciudad de México, 1954) ha construido una breve fábula contemporánea, hilvanada a manera de híbrido que puede leerse como un poema, un cuento, una novela o un guión. La bruja como personaje, ha sido concebida como en las historias más clásicas: es un ser con la capacidad de tomar diferentes formas, que gusta de la noche y que deambula por las calles en busca de víctimas. A su paso, habrá de encontrarse con un niño, una joven y un hombre sobre los que esparce sin piedad, su perversa malicia. La bruja esencialmente en mi poema es un ser maligno y con el poema, a través de la bruja, lo que a mí me interesa representar es, ¿qué nos sucede cuando nos toca el mal o cuando entramos en contacto con el mal? El mal, que no solamente está fuera sino también dentro de nosotros y cómo el contacto con el mal trastoca nuestras vidas”.
La bruja está compuesto de 42 escenas que brincan entre un género y otro; todos, verso y prosa, diseccionados hasta la sílaba. Incluye, incluso como en una obra dramática, el recuento de los personajes que intervienen y los escenarios, objetos y momentos del día en los que se desarrolla la fábula. La hibridación entre géneros, dice Mendiola, ha sido común en la literatura del siglo XX pero la diferencia en su texto, “es que no sólo son recursos diversos, sino que son contradictorios, estoy usando de manera muy consicente, por un lado un discurso lineal y por el otro un discurso simultáneo”.
“Uso por un lado la instantaneidad, que está en cierta poesía del siglo XX y al mismo tiempo, el tiempo dilatado que ocurría en las historias de antes. Hay una cierta clase de fusión entre prosa y poesía; en el texto hay prosa y hay momentos que son versos, versos, no solamente poesía y prosa, sino verso y prosa literalmente”, subraya.
Texto y foto: Agencias