Maní, un municipio con tradiciones arraigadas

Los locales mantienen creencias que vienen desde los tiempos de la llegada de los españoles, por lo que sus celebraciones son muy particulares

MANÍ.- Maní es un pueblo mágico y esto se debe a que mucha gente de este municipio sostiene una creencia de fe religiosa desde los tiempos de la llegada de los españoles.

El municipio fue la capital del señorío de los Xiu, lugar en el que vivió Fray Diego de Landa, y en el sur fue la capital de la cruzada de evangelización de los pueblos mayas autóctonos.

Maní está lleno de leyendas como la de la Viejita del cenote del Xcabach´een, lugar en donde las creencias en temas de brujería y maldad aún persisten, creencias que sostienen que hay maldad infringida por envidia o por simple desprecio.

Es también en el lado positivo, lugar en donde la gente es muy creyente y donde su manifestación de fe, se ve manifiesta de manera distinta de otros municipios del interior del estado, como lo es las celebraciones de la cuaresma.

Visitar el Pueblo Mágico de Maní es una experiencia diferente, allí en la mayoría de las casas se pueden encontrar cruces levantadas en las que se encienden veladoras, lo cual surgió desde las celebraciones de la cuaresma y fue por iniciativa del presbítero para que todos pidieran en oración para que termine la pandemia y proteja a las familias del interior de las viviendas.

Esto nos recuerda la analogía que se narra en la Biblia en el antiguo testamento, como los israelistas marcaron sus casas con la sangre de cordero y el ángel de la muerte no entró en esas casas.

Las creencias religiosas de las familias de Maní forman parte de lo arraigado que están a sus tradiciones.

El municipio es generalmente visitado para degustar su rica gastronomía, en especial el poc-chuc, así como otros platillos tradicionales, también hay varios negocios que ofrecen ropa típica bordada a mano o a máquina. La hospitalidad y la tranquilidad de la gente de Maní hace que el viajero tenga un recorrido en un lugar lleno de historia y tradición.

Texto y fotos: Bernardino Paz Celis

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