Nuestra conciencia y decisiones

Mario Barghomz

mbarghomz2012@hotmail.com

La palabra conciencia la utiliza Antonio Damasio (el mayor de los neurocientíficos actuales) en dos sentidos; “conciencia”, que se refiere al comportamiento moral (costumbre o hábito) de una persona, y “consciencia”, que tiene que ver con el “estar consciente de sí”, saber que se existe y cómo se existe.

Por otra parte, parece que el territorio de la conciencia en nuestro cerebro -dice David Eagleman (“El cerebro”; Edit. Anagrama, Barcelona, 2017. Versión electrónica, Kindle) sólo se activa cuando hay un evento extraordinario o sorpresivo. Por lo regular actuamos casi siempre de manera automática y predecible, inconsciente en lo que respecta a poner más atención en asuntos que hace mucho tiempo hacemos sin que ameriten una atención más racional. Levantarnos por la mañana, preparar un cereal o una buena taza de café, hacer un poco de ejercicio, bañarnos (es lo que hago yo), ir a la escuela, a trabajar o lo que sea que tengamos que hacer que por lo regular y sin poner tanta atención, siempre hacemos; eso es actuar de manera inconsciente y automática.

Pero si por la mañana y antes de levantarnos, sentimos que algo nos duele, entonces nuestra atención se enfocará de manera consciente en el problema. La conciencia se manifiesta cuando nos obliga a poner más atención en algo que regularmente no sucede. El dolor mantendrá tanto nuestra sensación como nuestro sistema racional activos, en cuanto aquello que debe ser atendido, se atienda con prioridad.

Consciente e inconsciente suelen actuar o activarse en nuestro cerebro, dependiendo de nuestras prioridades. 

Solemos llamar consciencia al pensamiento, así como al estar despiertos y no dormidos. El sueño en sí, como indagó Freud, es un proceso inconsciente. 

La conciencia es lo que nos permite saber qué estamos haciendo, cómo y por qué lo hacemos. De otra manera, aunque estemos despiertos, no ser conscientes es actuar automáticamente, por impulso, instinto o repetición.

La consciencia es la que nos permite saber dónde estamos o qué hacemos. Por ello cuando se droga o se golpea la parte del cerebro que nos hace conscientes, perdemos contacto con esa realidad o la distorsionamos. En este sentido, puede ser que el cerebro esté ausente, no esté despierto o que sólo actúe mecánicamente. 

Pero quizá lo más interesante y más allá de alguna enfermedad grave o un ACV que limite nuestra función cerebral, es entender que aún despiertos o pretendiendo que siempre sabemos lo que hacemos; si manejamos y damos la vuelta a la derecha o la izquierda, cuando elegimos entre tomar un helado o comer una galleta, el color o estilo de una camisa o un vestido, preferir partir o quedarnos, puede parecer un acto de consciencia. Pero no siempre o necesariamente es así cuando nuestro cerebro está acostumbrado o habituado a actuar siempre de la misma manera, es decir, no consciente sino mecánicamente.

El  ”yo soy así” tiene que ver con estas razones inconscientes de hacer las cosas siempre de la misma manera; preferir la galleta, el vestido estrecho y rosa, la camisa azul, irme como siempre lo hago, por la derecha, o quedarme en casa mientras todos salen. ¡Ese soy yo! ¿Para qué o por qué hacerlo de otra manera? 

Somos más conscientes cuando hacemos algo por primera vez, o cuando hay un cambio de hábito o gusto, cuando atravesamos por experiencias nuevas que no conocemos y de las que nuestro cerebro no sabe aún nada. En tanto; dejaremos la vida a nuestro inconsciente.