René Emir Buenfil Viera
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Para darte cuenta si tienes problemas de manejo de la ira, puedes darte cuenta en tu relación si cada vez aumenta más la frecuencia de las discusiones, si discuten por cosas tan sin importancia que después ni se acuerdan de porqué estaban peleando, si cada vez pierden más el control emocional y se van diciendo cosas más hirientes, y si las discusiones duran horas y horas, incluso toda la noche o días enteros de conflictos, ley del hielo e indirectas.
Cuando una pareja está peleando demasiado también están perdiendo la capacidad de escucharse mutuamente, porque oyen para refutar lo que la otra persona está diciendo y no para tratar de entenderse, cuando vale más tener la razón que tener paz mental, cuando su ego y orgullo les va dominando cada vez más y sobredimensionan las cosas con berrinches, actitudes caprichosas, desplantes y decirse hasta de lo que se van a morir.
Estar en una constante lucha con tu pareja te pone en alerta máxima e hipervigilancia todo el tiempo, te drena emocionalmente, te hace sobrepensar las cosas e imaginarte lo peor, y caer en todas las trampas del amor romántico: ser posesivos(as), querer controlar las decisiones de tu pareja de manera tan obsesiva y exagerada como cada like o interacción en redes sociales, y llenarte de inseguridades al pensar los peores escenarios posibles de celos y engaños, independiente si te han dado razones o no para pensar así y ponerte en ese plan.
Estas interminables peleas se pueden acabar cuando ambas personas se deciden a trabajar tanto personalmente como en conjunto para enfocarse en las soluciones, cuando evitan los malos entendidos y juzgar a su pareja antes de escucharla y hacer sentido de su manera de ver la situación, cuando evitan repetir los mismos errores o caer en los mismos patrones una vez que los identificaron, cuando aprenden a colaborar en la construcción de nuevas posibles maneras de lidiar con los desacuerdos y diferencias en sus puntos de vista, cuando entienden que estar en pareja no implica ejercer control sobre la otra persona ni coartar su libertad, respetando los límites sin invadir o traspasar con ofensas, ni insultos, que son señales de una comunicación deficiente y poco asertiva, cuando saben elegir sus batallas puesto que no todas valen la pena pelearlas, y algunas incluso puede que nunca se resuelvan, y cuando se siguen permitiendo y privilegiando la expresión emocional y se validan las emociones de ambas personas sin gaslighting para generar espacios seguros y que estar juntos juegue a favor de su bienestar y salud mental y no en su contra.
Dejar de pelear por todo tiene que ver con ampliar las posibles respuestas y expresiones en la comunicación al entender que hay muchas otras maneras de resolver los conflictos, sabiendo que las parejas exitosas y duraderas son las que saben cómo resolver sus diferencias y no las evitan por tratar de llevar la fiesta en paz, las diferencias no se ignoran, se enfrentan y se resuelven, aunque sea un proceso complejo y lleve tiempo.