“¿Por qué lo crucificaron, mamá?”

La expresión de asombro en sus ojos era muy notoria, las preguntas rondaban en su cabecita. La primera de ellas fue “¿Por qué lo crucificaron mamá?”, expresó un niño, que detrás del enverjado de la parroquia Cristo Rey, observaba las últimas estaciones del viacrucis viviente

Mientras los otros niños dormían o mitigaban el calor con bebidas refrescantes, el pequeño espectador estaba al pendiente de la representación y en cada gesto de dolor del personaje de Jesús, interpretado por Fernando Moguel Pardío.

La progenitora del menor le respondió los motivos ya conocidos. Sin escucharse antisemita, sí responsabilizó a los judíos por no valorar al Mesías que el creador les prometió.

Cuando María y María Magdalena, interpretadas por Fátima Herrera González y Leslie Navarro Cabañas, respectivamente, ven a Jesús crucificado, el menor cuestionó: “¿Por qué su mamá no hizo algo para defenderlo?”.

La madre respondió con otra pregunta: “¿Qué podía hacer ella? Mira cuántos soldados le impedían acercarse, sólo le quedó aceptar la voluntad de Dios”.

Las demás preguntas parecieron un formato de debate entre expertos en las Sagradas Escrituras o teólogos. Ante el bombardeo de las preguntas, la madre del menor dijo que Dios nos mandó a su hijo para que con su muerte se perdonen nuestros pecados.

Con la muerte del Mesías y después de meditar las siete palabras, ante una explanada abarrotada de feligreses concluyó el viacrucis.

La representación de la pasión y muerte de Jesús comenzó a las 2 de la tarde, en la cancha de béisbol de la colonia de Pacabtún. La primera escena representada fue cuando el nazareno recibió su condena por blasfemia y ser llamado el “Rey de los Judíos”.

Los presentes vieron la primera barrabasada de la humanidad, como dicen por ahí. Poncio Pilato (Miguel May Oney) al no encontrar los cargos suficientes para juzgar a Jesús, le da la opción al pueblo a elegir a quién liberar, si al nazareno o Barrabás.

Desde entonces el pueblo eligió al ladrón, aquí en México sucede algo igual cada tres o seis años.

El carpintero fue condenado a muerte, por el delito de promover el reino de los cielos.

El recorrido fue custodiado por una valla humana. La solemnidad estuvo presente, las decenas de celulares inteligentes para capturar los momentos no pudieron faltar, así como los cantos de “Perdona a tu pueblo, Señor”, en voz del querido padre Álvaro Carrillo Lugo.

Quizá por la letra de la canción o melodía, la tristeza estuvo presente durante todo el recorrido.

Mientras avanzaba la procesión, en cada estación se reflexionó la situación política y social del mundo. Las pérdidas de valores, la creciente desigualdad social, el capitalismo salvaje, por mencionar algunos problemas, fueron más fuertes que los azotes que recibió el salvador.

La corrupción, la cruz de México

Sin embargo, se hizo énfasis de la permanente corrupción en diversos ámbitos, como el empresarial, la política, el gobierno, legislación e impartición de justicia, lo que impide “el bien común como ideal”.

“Ante el hambre y la miseria, la injusticia y la violencia, la corrupción y la discriminación, ¿te preocupas por lo que haces? ¿Lo qué enseñas con tu palabra y ejemplo a tus hijos?”, se dijo en el viacrucis y se invitó a orar en comunidad.

En la representación también participaron Daniel Castillo Garma (Verónica), Olaf Canto Bacelis (Cirineo), Nielser Vergara Cañetas (Dimas) y Byron Cruz Camargo (Gestas).

Irbin Flores Palomino

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