Armando Escalante
Periodista y analista político
Hagamos de cuenta que sabemos algo del tema y que es cierto lo que se cuenta en los cafés y cantinas pero sobretodo en los mentideros políticos: numerosos miembros del PRI de Yucatán —venidos a menos hace 3 años y también hace 4 meses— se han ofrecido ante la dirigencia nacional del movimiento creado por el señor Manuel López para ser ellos los que le operen la franquicia en Yucatán, ofreciéndole alcaldías, diputaciones y hasta las preciadas sillas de la gubernatura y la alcaldía de Mérida.
Por supuesto lo harán partidos a la mitad porque seguirán teniendo un pie adentro del equipo tricolor y el otro en el guinda de tal manera que funcionarán como agentes dobles. De esa forma se garantizan que desde un lado no perjudiquen al otro. Claro, esto es mientras se deciden a romper con la alianza opositora nacional y con todo descaro se suman en pandilla con el partido del peje.
No tienen nada que perder pero su apuesta está casi garantizada para triunfar. Los priístas yucatecos tienen amplia cabida en el corazón del peje, siempre que le sirvan para terminar de acompletar su lista de triunfos. No se les exige ni obediencia ciega, menos capacidad. Solo se les pide derrotar al PAN.
Esta semana que terminó los que no tienen escrúpulos asomaron la cara. No es por valientes, sino porque así conviene en este momento. Son señales que se mandan para cerrar negociaciones. En el pasado proceso electoral de junio 2021, se vieron los primeros amarres del llamado Primor que sin embargo terminaron en una estrepitosa derrota para ambos. Surgieron las primeras cabezas de playa, sin importarles que las iban a derrotar y el experimento fue como un ensayo de lo que viene. El pudor político los llevó a presentarse divididos pero en el 2024 estarán más unidos que nunca.
Los que manejan los hilos saben que los de enfrente están más que divididos, que volverán a repetir la historia de hace dos sexenios, cuando el gobernador panista vio pasar el triunfo de Ivonne Ortega, quien en aquel entonces comentó en un restaurante —fui testigo personal— “tengo las encuestas y la única que me ganaría es Ana Rosa”. Se refería en ese momento a las cifras que la ponían por encima de los adversarios opositores probables pero solo ella los podía derrotar. La excepción era la contadora Payán Cervera, directora del DIF Nacional en aquel tiempo.
El hubiera sí existe, sobretodo cuando en los números de una encuesta confidencial unos precandidatos están lejos de derrotar a otros. Los resultados los sabemos, el gobernador panista le entregó el estado al PRI, luego de haber construido un hospital y de dejar numerosas obras que en nada influyeron en el ánimo de los electores. No importó la transparencia, ni el eficiente manejo de los recursos, menos la modernización de la infraestructura. Nada. Se impuso el marketing, el carisma y la publicidad. Eso es historia.
Nada ha cambiado en un lado del tablero. Hace 15 años los grupos políticos dentro de la oposición gobernante lograron evitar el paso de la candidata favorita que según Ivonne Ortega —así lo dijo— sería la única que tal vez podría ganarle. Pues hoy, esos mismos grupos con diferentes cabezas, están dispuestos con todo, a repetirlo. La diferencia es que del otro lado (Primor) hay demasiados aspirantes que quieren la silla de la 61 y no se diga la de la 62, tantos que aún no definen quién será la o el que repita la hazaña de la hoy diputada de Movimiento Ciudadano.
El xix.— Quiero externar mi profundo pesar por la pérdida de un gran amigo, Ariel Jesús Zapata Ceballos, acompañante irremplazable, testigo de la mitad de mi vida como reportero, espléndido charlista, buen ser humano y mejor padre de familia. Para su esposa Betty, hijos Alana y Ariel, su nuera Claudia Ivette, para sus hermanos, en especial a Pancho, tíos, primos, sobrinos y demás familiares, así como para sus numerosos entrañables amigos, un abrazo solidario. Que nuestra resignación sea siempre mantener el mejor recuerdo de él.
Descanse en paz.