Tras una campaña de promoción que borró los límites entre ficción y realidad, más propia de un político que de una serie televisiva, House of Cards inauguró su quinta temporada en Neftlix.
Y ahora los Underwood podrían volver a ser socios, aunque no los uniría el amor sino el espanto: en su afán de conservar el poder, serán más malvados que nunca.
Sucede que Frank (Kevin Spacey) y Claire Underwood (Robin Wright) optarán por el camino del terror al pretender involucrar a los Estados Unidos en una guerra que les permita tapar escándalos y escalar encuestas.
“We make the terror” (“Nosotros hacemos el terror”), se leía hace unos días en la cuenta de Twitter oficial de la serie, junto a una foto de la bandera de Estados Unidos invertida. Y antes que un eslogan es una declaración de principios del Presidente y su Primera Dama.
Frank y Claire se ubican en el centro del poder político norteamericano, pero como las elecciones permiten un único candidato a la presidencia, tendrán que dirimir si se convierten en aliados o se destruyen mutuamente.
Porque es sabido: para ellos, todo vale. Y sin dudas ahí está el gran atractivo de la ficción que evidencia el lado más oscuro de la Casa Blanca.
En House of Card, que ya cosechó seis premios Emmy, Spacey y Wright desdoblan sus roles: además de lucirse en sus papeles (cada uno obtuvo un Globo de Oro por su actuación), tomaron distintas responsabilidades en la elaboración de la ficción.
Por caso, ambos son productores ejecutivos. Y como ya había sucedido en la segunda y tercera temporada, en esta quinta entrega la actriz también dirigió cuatro de los 13 capítulos (la cifra que se repite año tras año).
Dos semanas atrás, las paredes de algunos barrios porteños amanecieron con pintadas típicas de una campaña política: “Vota Underwood” se leía, junto a la imagen del controversial matrimonio.– Agencias