El periodista cultural, Roberto MacSwiney Salgado, falleció hace unos días a la edad de 90 años. Fue un gran promotor de la trova, bolero, bambuco, entre otros géneros que no son originarios de Yucatán, pero que se cuenta con grandes exponentes.
Nació en Acámbaro, Guanajuato y debido a que fue ingeniero civil, una compañía de la Ciudad de México lo mandó a trabajar en 1966 a Mérida para la construcción de la fábrica de Cordemex.
En 1970 lo mandan por una temporada más larga, de unos tres meses. Pero esos tres meses se prologaron hasta este 2025. Desde 1972 trajo a toda su familia para vivir permanentemente aquí.
Fundó el Departamento de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) y creó programas emblemáticos como Granito de Sal y Añoranzas Yucatecas, claves en la promoción de la trova yucateca.
MacSwiney tenía una gran cantidad de discos de trovadores, se sabía las discografías, semblanzas de los trovadores no solo de este país, sino de otros países.
Incluso, los Juglares llegaron a decir que don Roberto había sido pilar en su carrera artística, ya que él se encargó de promoverlos, les dio idea y ellos se dejaron guiar, además de que era de los consentidos del también fallecido cantautor yucateco Armando Manzanero.
Fuente inagotable de material periodístico en los diferentes periódicos que participó. Siempre inquieto en dar a conocer la actuación de un grupo de estos géneros, de que cuentan con un nuevo material discográfico.
Hasta hace como 20 años tenía una particularidad, solo redactaba con sus dedos índices, a una velocidad impresionante y solía decir qué pasaría si se llegara a lesionar uno de sus dedos: a lo que se le reviraba que la trova yucateca estaría en apuros.
Habilidoso para conversar, casi siempre vestía de una impecable guayabera blanca de manga larga; en minutos buscaba un tema con alguien; era de los que saludaba a todos en las redacciones y algo muy importante, sabía los nombres de todos los trabajadores, sin importar del departamento que sea.
Parecía que su apretada agenda no era impedimento para destinar un saludo a un trabajador.
También era práctico, ya que hubo un tiempo que dirigió un programa en el teatro Carlos Acereto, donde reconocían a un ciudadano y leían una semblanza de él. Optó por mudarse a unos predios del citado inmueble, ubicado en el barrio del Chembech.
datos a destacar
– Nació en Acámbaro, Guanajuato, y debido a que fue ingeniero civil, una compañía de Ciudad de México lo envió a Mérida a trabajar en 1966 para la construcción de la fábrica de Cordemex.
– Habilidoso para conversar, casi siempre vestía de una impecable guayabera blanca de manga larga y en minutos buscaba un tema con alguien; era de los que saludaba a todos en las redacciones y algo muy importante, sabía los nombres de todos los trabajadores, sin importar del departamento que sea.
– Fundó el Departamento de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady).
Texto y fotos: Darwin Ail