SEGUNDA PLANA – PUNTO MEDIO

MÉXICO ATRAVIESA una etapa crítica, de definición en torno al tema de la corrupción, que se ha convertido en motivo de comentarios, opiniones y polémicas en medios de comunicación y redes sociales después de la detención en Guatemala del exgobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa. De acuerdo con los comentarios que hemos recogido, en este punto el país puede tomar una de dos rutas: o los tres niveles de gobierno asumen la histórica decisión de declararle abiertamente la guerra a la corrupción, lo cual implicaría una serie de efectos y consecuencias difíciles de digerir para muchos; o atestiguaríamos la marcha atrás de todos los involucrados, empezando por el gobierno y terminando con los ciudadanos, temerosos de que la cura del cáncer mate al enfermo, es decir, que hunda al país en una confrontación de bandos que paralice los sistemas de gobierno y haga que los ciudadanos se enfrenten unos a otros para defender sus derechos y/o evitar que la lucha anticorrupción los perjudique. Porque cada vez hay más mexicanos que se convencen de que los gobernadores corruptos (y otros malos funcionarios) nunca están solos cuando se corrompen y enriquecen, sino que tienen toda una fauna de acompañamiento que se beneficia de las migajas o los trozos que los cabecillas de la corrupción les dejan caer. ¿Hacia dónde irá México ahora? Ésa es una pregunta clave.

TAMBIÉN COINCIDEN muchos en que resulta alarmante ver la forma en que la corrupción se ha “normalizado” en grandes sectores de la población. De los tiempos en que existía el Banjidal, durante el auge henequenero en Yucatán, data aquella frase del campesino que decía: “Si los jefes roban, ¿por qué yo no?”, como pretexto perfecto para unirse a las corruptelas. Prácticamente todos saben que cuando un político llega a un cargo público normalmente se dedica a robar, a enriquecerse con el erario, ése que aportamos todos. Además del gran problema de la “normalización” de la corrupción, hay otro dilema que está flotando en el ambiente en forma de pregunta: ¿Qué van a hacer las autoridades con la esposa de Javier Duarte, a la que no han querido tocar porque, dicen, nadie ha puesto una demanda legal en su contra, a pesar de que ella misma ha indicado que se benefició con todo lo que su esposo sustrajo de las arcas públicas? Es que en el nivel de corrupción en el que vivía Javidú (todos conocen ese apodo) el involucramiento de toda clase de familiares y amigos es prácticamente obligatorio.

MIENTRAS JAVIER Duarte acapara la atención de los mexicanos, ciudadanos de Quintana Roo insisten en preguntar qué se va a hacer y cuándo contra el exgobernador Roberto Borge Angulo, quien como marca la “tradición” de menos de medio siglo que tiene Quintana Roo con la categoría de estado, llegó a la gubernatura a enriquecerse, igual que hizo, también según diversos medios y las redes sociales, su inmediato antecesor, Félix González Canto. Si Beto Borge sigue libre no es porque haya sido menos malo que su homólogo Javier Duarte, sino porque no hay documentos que puedan servir para acusar formalmente al jefe o exjefe del Ejecutivo. Y por otro lado el nuevo gobernador, Carlos Joaquín González (primo de Félix), al parecer ha matizado las advertencias que hacía en campaña de que iba a luchar contra la corrupción. El caso es que todavía no hay una denuncia formal contra Borge, y no se sabe tampoco dónde se esconde éste. Como en Veracruz, en Quintana Roo son muchos los que acompañaron al jefe del Ejecutivo a enriquecerse.

COMO REMATE de esta columna compartimos con Ud. un párrafo muy interesante que rescatamos de los numerosos comentarios que circularon ayer sobre el tema: “La corrupción es un mal que afecta a todos los ámbitos de la vida en sociedad. Impide que las personas accedan a servicios públicos de calidad, entorpece la correcta impartición de justicia, fortalece la delincuencia organizada, produce la dilapidación de los recursos naturales, frena las inversiones, impide el crecimiento y el desarrollo, genera inseguridad jurídica y, al obstaculizar el disfrute de los derechos humanos en condiciones de igualdad y no discriminación, socava la democracia. En suma, la corrupción frustra el cumplimiento de los fines mismos del Estado”. ¿Quiere más motivos para luchar contra ella?

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