Ser astuto

Mario Barghomz

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Ulises (en la historia de Homero), siendo conocido por su extraordinaria virtud para la astucia, fue invitado por Agamenón para participar en la guerra contra Troya. Pero eso mismo fue lo que lo alejó 20 años de su casa, reino de Ítaca, con el peligro además de no volver a regresar nunca junto a su madre, hijo y esposa.

La astucia fue lo que incitó también a Prometeo, según el relato de Platón, a querer burlarse del mismísimo Zeus, lo que derivó en el castigo universal para toda la humanidad, enviando a Pandora con todos los males del mundo. Sin embargo, y según el mito, es esa manera de actuar astuta, lo que Prometeo nos dejó como su legado.

Toda astucia deviene de un pensamiento que no racionaliza las consecuencias de una acción a veces desmesurada. El astuto -diría Aristóteles- oscila entre el valor y la temeridad, ignorando si el riesgo (fuera de lo racional) es necesario o insensato. Las mayores tragedias humanas siempre han sido consecuencia de la suspicacia.

Fue la suspicacia de Paris la que dio lugar a una de las peores guerras de la historia entre troyanos y griegos. Su astucia, luego también de ser engañado por la astucia de Afrodita al ofrecerle a una mujer casada (Helena), no pudo ser corregida por su hermano Héctor, hombre más cauto y consciente que dada la temeridad de su hermano, tuvo luego que morir a manos de Aquiles.

Es el zorro uno de los animales más astutos que conocemos, depredador siempre al asecho; condición que lo hace peligroso e incierto. El zorro quiere la gallina o todo el gallinero. Que sean o no suyas, o que esté mal lo que hace, eso es lo que al zorro menos le importa. La astucia del astuto invariablemente invalida cualquier ética. Y el astuto lo es en cualquier situación o circunstancia, con socios, con amigos o con enemigos, la pareja o la familia. Lo que le importa al astuto es salirse con la suya.

Para que un hombre a veces obtenga lo que quiere, necesita ser astuto. Todas las historias de poder del mundo, han tenido mucho que ver con la astucia, el ardid y el engaño; historias de pueblos sometidos o eliminados. La historia de los imperios es una historia de engaños, de estrategias de guerra, aniquilación y sometimiento.

Y a veces el astuto suele ser amable y generoso (el caballo de Troya fue un regalo). Pero al igual que el zorro, lo que quiere el astuto son las gallinas o todo el gallinero. Toda astucia es una treta que permitirá ganar una guerra, una posición o una campaña política. El astuto llamará estrategia a todas y cada una de sus causas y prerrogativas para obtener lo que quiere.

Ulises sigue siendo el mejor ejemplo. Sin el engaño urdido por su astucia; Grecia nunca hubiera ganado la guerra. Hamlet (en la historia de Shakespeare) tuvo que valerse del montaje de una obra teatral para descubrir al asesino de su padre. Sin duda, eso fue astucia. Alguna vez me preguntaron cuál es la diferencia entre inteligencia y astucia. El inteligente nunca miente, el astuto siempre lo hace. El hombre astuto suele moverse desde su área reptiliana, motivado sobre todo por el instinto o la reacción natural de su conveniencia y sus ambiciones. El hombre inteligente es un ser racional, en equilibrio con cada una de las áreas de su cerebro; consciente siempre de aquello que hace o planea.

La inteligencia no medra, razona. Y es consciente siempre de aquello que deba o merezca hacerse, siempre regulada por la ética o la acción moral de un pensamiento sujeto al bien personal y ajeno.

Platón nos diría que la inteligencia humana (el pensamiento del alma) siempre estará junto a lo bello, lo justo y lo bueno.