Ser de luz en la oscuridad

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana 
Whatsapp para sesiones: 9991-20-66-69
grupodesarrollarte@gmail.com
Twitter / Instagram: @deya_bendecida

Cuántas veces no has decidido en tu corazón el tirar la toalla ante tanta adversidad en tu vida, pero una suave voz interior te indica que lo mejor, aún está por venir, que no desistas y que todo tuvo un pro- pósito, un para qué.

Esa es la voz de Dios hablando a tu alma, el cual nos da esa agua, que, al beberla, jamás volveremos a tener sed. Si ponemos nuestra fe en las cosas de este mundo, jamás seremos saciados.

El dinero, poder, reconocimiento, relaciones, son tan variables, como las emociones humanas. Si nuestra confianza está puesta en ellas, con cualquier cambio imprevisto, lo construido se desmoronará.

En cambio, si nuestra con- fianza la colocamos en el creador del universo, toda ansiedad y depresión son vencidas, pues entendemos, con la sabiduría que sólo Él es capaz de dar, que solo Dios conoce el propósito perfecto, exacto, por el cual algo sucedió o no sucedió, y, por ende, seguimos caminando por fe y no por vista, ya que todo obra para el bien de quienes le amamos.

Este punto es crucial, debido a que, si se llega a perder la esperanza en que algo mejor puede suceder en la vida, el siguiente paso es lo que lamentablemente ocurre de forma frecuente en Yucatán: el suicidio.

Alimentar la fe en un mejor mañana, haciendo los cambios que sean precisos el día de hoy, es la mejor inversión si queremos promover una salud mental integral en la comunidad.

Múltiples estudios, pero sobre todo, millones de personas testifican a lo largo y ancho del planeta, que sus vidas han cambiado al incrementarse su fe en Dios, no en una religión particular, sino en haber aceptado por fe a Jesús en su corazón, como su único Señor y Salvador, siendo ello muy distinto a realizar algún tipo de acción religiosa, pues los actos no conducen a la salvación eterna, solo la fe en Jesús, su vida se transformó, pasando de la muerte (espiritual) a la vida plena, que Jesús prometió para quienes le siguen.

Es como si se cayera un velo de los ojos y se destaparan los oídos, logrando ver más allá de las vanas apariencias, detrás de las máscaras sociales, y de las palabras dichas para intentar tapar la realidad de experiencias difíciles, para dar paso a ver el corazón y escuchar al alma, con todos sus matices, imperfecciones, malas decisiones, motivos de arrepentimiento, de mejora, pero siempre auténticos y con la actitud que agrada a Dios que es la de un aprendiz continuo de todo y todos.

La Biblia, bien leída es la mayor bendición para el ser humano, ya que contempla un gran cúmulo de conocimientos, yendo desde los Salmos en los que David derramó su corazón demostrando su debilidad como persona con libertad, pero exaltando la fortaleza del gran Dios que tenemos, hasta los Proverbios con sabiduría milenaria y libros como el Apocalipsis, Daniel, Isaías, cuyas palabras proféticas se están cumpliendo a la perfección en la actualidad.

Más Biblia bien leída, entendida y aplicada, adicionada por supuesto por el ingrediente principal, que es el amor, es lo que esta sociedad necesita para lograr la transformación que se busca, desde la raíz.

Jesús jamás violentó a nadie, Él amó. Y si alguien se dice cristiano, debe amar, empezando por amar a su peor enemigo, aunque existan límites sanos si se comete un delito, y sea totalmente válido el ejercer los derechos, la actitud debe ser ecuánime, y no de odio, aunque reitero, tampoco es válido el odio en el sentido contrario, pues la cristiano-fobia también existe y debe frenar.

Todos tienen derecho a ser respetados sin excepción, y nuestro llamado es ser luz en la oscuridad, brillar en medio de tanta tiniebla, ser diferentes y modelar a un Jesús vivo, el cual, ya pronto regresa, no sa- biendo nadie el día ni la hora, pero escrito está… Que nos halle trabajando en la obra. La mies es mucha, los obreros son pocos, la cosecha está lista, ¿qué tanto segarás?

Versículo para meditar: “La luz brilla en la oscuridad y la oscuridad jamás podrá apagar- la”. Juan 1:5.