Serena Morena

Carlos Hornelas 
carlos.hornelas@gmail.com

En el año 2006 el PAN emprendió una campaña política basada en el miedo para deshacerse del principal contendiente a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador. Algunos especialistas en comunicación política suponían que las campañas negras podrían llevar a los electores a las urnas para sufragar y evitar que llegara a “la grande”.

Con ello en mente, la campaña se basó en la creación de escenarios futuros inestables y catastróficos, tanto económicos como políticos. En ese entonces y desde la misma presidencia se le llamó “un peligro para México”.

El entonces presidente Vicente Fox, quien no tenía conferencias mañaneras diarias, arremetía cuando podía en contra de quien todavía no era ni precandidato. Para defenderse del acoso y persecución en su contra, AMLO acuñó la frase “cállate chachalaca”. Fox insistió en quitarle el fuero y perseguirlo judicialmente para dejarlo fuera de la carrera presidencial.

Este asedio personal persistió durante todo el proceso, pero la oposición, encabezada por AMLO logró consignar en la Constitución, tanto en el artículo 41 como en el 134 que los titulares de los poderes públicos y los funcionarios en turno quedaran impedidos de usar los recursos públicos para la promoción personal, para fines proselitistas y para la distribución discrecional de programas sociales tendientes a la coacción o cooptación del voto.

El uso del poder, los recursos o el aparato del Estado por parte de cualquier servidor público, además de ser inmoral y una ventaja desproporcionada, constituye una flagrante conducta delictiva. No obstante, en los últimos días el presidente se ha victimizado y ha vendido la idea de que las restricciones impuestas por el INE desde el marco legal vigente, promovido por él mismo hace unas décadas, constituye un “golpe de Estado técnico” y un intento por acallarlo, silenciarlo o censurarlo.

Ahora, en las mañaneras (que son financiadas con recursos del erario y para fines informativos del Estado), se ha dedicado a descalificar, insultar y agredir a Xóchitl Gálvez Ruiz y ha convertido el espacio de comunicación del estado en un púlpito proselitista en el cual se asume contendiente en una carrera política y deja de ser estadista.

El miércoles espetó: “Se los voy a demostrar por única vez, ojalá entienda lo del INE y Trife, que no me vayan a sancionar. Es importante que se sepa que no existe ningún fenómeno político que pueda implicar el que se frene, se detenga, sea derrotada la transformación”.  Desde su punto de vista, es su “deber moral” el “advertir a la población sobre la reciente estrategia del bloque opositor”, asumiendo parte en la contienda que todavía no comienza, manipulando en lugar de informar.

Aunque todavía no es candidata ni hay campaña, el presidente se ha encargado de difundir información confidencial y sensible que pone a esta ciudadana en una situación delicada. Con estos datos de sus ingresos, proveedores y clientes, ha revelado secretos fiscales y bancarios sin tener orden de un juez para condenarla públicamente en su espacio propagandístico. ¿Es Xóchitl un peligro para México que merece distraer al presidente de sus obligaciones para ocuparse del problema? Por lo mientras Manuel Alejandro Robles, diputado morenista la ha denunciado ante la FGR por lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y evasión de impuestos y Víctor Hugo Romo, ex alcalde morenista por tráfico de influencias y subcontratación por 70 millones de pesos…porque no la pueden desaforar.