Soñé, mientras escuchaba còmo el mar se rompía allá abajo en espuma de plata, que era torero. De repente no tenía diez años, tenía veinticuatro, y había tomado la alternativa en Nimes de manos de Juli y de Talavante.
Con un terno blanco y oro…
Soñé que mi muleta enamoraba la arena, que cada baile mío con cada burel hechizaba corazones, que había pequeños que querían hacer faenas como las mías. Que era otro excelente matador extremeño…
Conquistador y extremeño…
Soñaba todavía cuando empezaba a despertar… Todavía hacía calor y bajaba cada tarde un rato a la playa. Mi madre le contaba a vecinos de hamaca que el sábado iríamos a Zafra. A ver a Morante, el mago y Posada…
Desperté… y fui feliz…
Dedicado al toreo
Dedicado a los niños que aman el toreo
Dedicado a Luis