Opinión: Tengo otros datos

Por Carlos Hornelas

Se ha vuelto un lugar común para el presidente Andrés Manuel López Obrador decir que tiene “otros datos” cuando se le señala inconsistencias sobre información que las mismas instituciones a su cargo proporcionan a través de sus medios formales.

Kellyanne Conway y Steve Bannon a cargo de la comunicación presidencial de Trump al inicio de su gestión, acuñaron la frase “Alternative Facts” o “hechos alternativos” cada vez que eran sorprendidos en una mentira o cuando querían desmentir a un reportero que informaba sobre cuestiones que no les eran favorables. En México simplemente tenemos otros datos.

Desde entonces, el gobierno americano, que antes destacaba por la precisión y cuidado con el cual trataba las cifras oficiales, ha apoyado y en algunos casos incluso promocionado la difusión de versiones sin corroborar o francamente falsas a través de internet. A dicha práctica algunos le han llamado “creación de contenido” en lugar de desinformación. El eufemismo resulta curioso porque se desembarazan de la responsabilidad de informar y conciben su quehacer como una cuestión de “creación”, es decir, de un producto de entretenimiento que tendrá eco y será consumido en redes sociales.

La información pública y su transparencia es una obligación del Estado y un derecho fundamental de nosotros los ciudadanos, así que si se tienen otros datos el Estado está forzado legalmente a proporcionarlos, así como las fuentes que hacen posible su recopilación y sistematización. No es una cuestión menor, habida cuenta de que cuanto más confiable resulte la información pública, mayor certeza brinda a la sociedad en su conjunto y posibilita la rendición de cuentas, la cual es indispensable para eliminar la discrecionalidad que es la base de la corrupción.

Cuando no existen estas condiciones, los ciudadanos tienden a buscar otras fuentes que sienten más cercanas a ellos. Una de ellas es internet a través de las redes sociales virtuales en boga. Las “benditas redes sociales”, como las ha llamado López Obrador quien, en días recientes presumió en internet “el botón de oro”, un reconocimiento que le hizo llegar Youtube por alcanzar un millón de suscriptores a su canal. Ni Obama lo tiene.

En días recientes también se reunió con Mark Zuckerberg, directivo de Facebook para buscar llevar internet a las comunidades más marginadas.

Las redes sociales como Youtube, Twitter y Facebook han acompañado a AMLO desde hace mucho. Para el mandatario estos instrumentos le posibilitaron un canal alternativo de comunicación cuando los medios tradicionales como la prensa, la radio y la televisión le negaban el espacio de expresión.

No obstante muchos estudiosos también señalan el efecto “Eco Chamber”, o “Cámara de Eco” que tienen dichas redes. En la vida cotidiana uno tiende a no relacionarse con las personas con las cuales no comparte opinión. En las redes sociales esta operación se puede hacer mediante un algoritmo, por ejemplo, en Facebook, quien tiene el poder de reservarse la posibilidad de hacerlo, elimina comentarios políticos con los que el usuario no comulgue, de manera que piense que sus creencias se amplifican y ganan terreno al ver sus coincidencias. Este efecto hace que en el terreno social se incremente la polarización de las opiniones y se escale al siguiente nivel.

Si AMLO tiene otros datos es necesario que encabece la empresa de comunicación pública del Estado a favor de los ciudadanos y evite desinformación, corrupción, polarización y hechos alternativos. Está en la silla para gobernar, no para ser el más popular.

 

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