María Patricia Cabrera Rivero no solamente es sobreviviente de esa enfermedad, sino que además fundó la asociación Con Tacto, que tiene como objetivo fomentar en la población joven-adulta la importancia de la detección oportuna, “pero sobre todo de aprender a quererte como mujer”.
“Soy una mujer con un cuerpo diferente, pero con muchas ganas de salir a la calle para seguir informando y exhortar a las mujeres para que asistan a sus estudios médicos de mamografía”, expresa María Patricia Cabrera Rivero, sobreviviente del cáncer de mama.
“Paty”, para los amigos, relata que durante los días que estuvo convaleciente en cama a causa de una mastectomía, en la que le retiran el seno izquierdo, escribió sus reflexiones, emociones y cómo fue la batalla contra el cáncer.
La mujer nos deja revisar esos apuntes y muestra que detrás del glamour y sofisticación está la madre que decidió luchar por su hijo, la hija que no se dejó decaer y la amiga que siempre sonrió para transmitir esperanza en tiempos de adversidad.
Sin embargo, las primeras líneas de Paty empezaron a escribirse cuando nació el 26 de abril de 1961 en el seno de una familia yucateca, muy unida y marcada por un fuerte matriarcado.
Es hija del fallecido Humberto Cabrera Cámara y de Vilma Rivero Cervera, viuda de Cabrera, a quien define como una mujer fuerte y alegre, y que “nos motiva a seguir adelante y me enseñó a tomar a con inteligencia las situaciones adversas”.
Recuerda que es la mediana de tres hijos, su hermano mayor es Carlos Humberto y el menor, Héctor José. “Siempre fuimos unidos, pese a las rencillas y celos, lo normal, que pudieron existir entre hermanos”. Lleva 35 años al servicio de la educación. Se inició como profesora de Educación Preescolar en un plantel de la ciudad de Tizimín, para luego estudiar la licenciatura en Educación Especial en la Escuela Normal de Educación Especial de la Ciudad de México.
El amor a la docencia la llevó a laborar en Centros de Atención Múltiple (CAM) y en el Centro de Rehabilitación y Educación Especial, hasta llegar a la jefatura del Departamento de Desarrollo Humano de la Secretaría de Educación.
Aprender a quererse
Patricia Cabrera preside Con Tacto, Instituto de Asistencia Privada (IAP), imparte pláticas informativas para prevenir el cáncer de mama y lleva a las mujeres los mensajes de “aprender a quererse” y “querer a quererse”.
En febrero de 2009 le diagnosticaron cáncer de mama. “Reconozco la negligencia de mi parte, el poco amor que me tenía; esa apatía o dejar para otro día mi salud me llevo a una etapa bastante avanzada de cáncer”.
El equipo de médicos que le dio la noticia lo hizo de una manera en la que no se sintió violentada, además contó con el apoyo de su hermano Carlos, quien es médico; sin embargo, ella sólo pensaba en cómo informar a su hijo Antonio, quien en ese entonces tenía entre 18 ó 19 años de edad, la situación por la que pasaba.
–La recuperación fue dolorosa, de muchas incomodidades, malas noches, insomnios, dolores por la quimioterapias y radioterapias, por lo que tomamos y debemos tener una actitud positiva ante la vida, de que sí se puede, y la confianza en Dios, eso indudablemente me ayudó a sobrellevar la enfermedad
–Para extraer el tumor de ni cuerpo era necesario retirar la mama izquierda y 21 ganglios, con la finalidad de prevenir una metástasis posterior –comenta.
Durante los tratamientos, Paty conoció quiénes eran sus verdaderas amistades y tuvo la oportunidad de reconciliarse consigo misma, con la vida, aprender a perdonar y amar más a su familia.
La lucha
El espíritu de lucha y la confianza en Dios permitieron que Paty gane la batalla contra el cáncer, pues siempre pensó que algo nuevo estaba por iniciar.
–Antes de irme a los tratamientos (que eran cada 21 días, en el caso de las quimioterapias) tenía un encuentro con Jesús y su madre, la Virgen, en el que les pedía que ayudaran al médico y su equipo para que el tratamiento fuera bien –reconoce.
No todos fueron momentos tristes y dramáticos, pues con la actitud positiva la maestra reunía a sus amigas para platicar y contar chistes, en tardes en las que comieron pastel o helado.
Sin embargo, las consecuencias de las quimioterapias se presentaban al cuarto o quinto día después del tratamiento, cuando el dolor le invadía todo el cuerpo, la aparición de úlceras en la lengua evitaban que pudiera comer, permaneció con la boca abierta con la baba, y tuvo complicaciones para hablar y comer, lo que repercutió en sus defensas.
–Son esas situaciones en las que dices: “Bueno, Señor, ayúdame por favor… aquí estoy, ayúdame”. Le pedía fuerzas y fuerzas para no decaer y decir: “Ya, hasta acá”, o como decimos en Yucatán: “Mato mi pavo y ya no sigo mi tratamiento”. Nunca pensé en decir basta, siempre iba con una actitud positiva a la siguiente quimio –relata.
Las quimioterapias las recibió en la Clínica Mérida, y la atención y los medicamentos, en el Hospital Regional del Issste.
En las cuatro horas que duraban las sesiones, Paty contó con la compañía de su mamá, amigas del alma y su hijo. “La compañía, el amor de la familia, el cariño de los amigos y la actitud positiva son los ingredientes indispensables e importantes para no decaer.
–Aunque mucha gente me dijo que vio a mi mamá sufrir, pocas veces la vi decaer. También me enteré que mi amiga Ana María, que es como mi hermana, sufrió mucho, pero cuando la veía siempre me mostraba su mejor cara y sonrisa.
Mirarse frente al espejo
La caída del cabello y mirarse frente al espejo para ver que una parte de tu cuerpo fue mutilada son dos procesos a los que Paty Cabrera se enfrentó.
–Llega el momento de llamar a la señorita que te atiende en el salón de belleza para decirle: “Ven a mi casa, porque me tienes que rapar”. Ahí vi muestras de solidaridad. Ese día, en la terraza de la casa, mis hermanos y sobrinos quedaron pelones, mientras mi mamá pidió que le dejaran el cabello bien cortito.
–La verdad es que la caída del cabello nunca me impactó tanto, pero recuerdo que mi hijo no quería verme pelona.
–También quiero comentar que nunca abandoné el trabajo, donde actualmente estoy. Si estaba cansada, desde la casa daba indicaciones con Mariela y Ana Luisa, dos seres humanos que dieron todo su amor y amor mientras estaba convaleciente –comenta.
El temor que tanto evadió, como fue mirarse frente al espejo, un día lo enfrentó.
–Durante un mes me bañaba sentada, con los ojos cerrados porque no quería mirarme en el espejo. Se vale llorar y decir ¿por qué a mí? Hasta que un día, cuando estaba sola, mencioné: “Vamos Patricia, tú puedes”. Tenía que hacerlo por mí y por Antonio, porque no debía ver una mamá derrotada –relató.
Y así sucedió, se miró frente al espejo, las lágrimas corrieron en su rostro, se echó porras y entendió que al ser humano es más que el físico.
–Yo insisto en que las mujeres, a partir de los 40 años de edad, deben hacerse cada año las mamografías. Quizás si yo me las hubiera hecho, tal vez se hubiera detectado el tumor y se hubiera salvado la mama, pero fue a los 47 años, cuando el tumor estaba grande –menciona.
Lección de vida
El sufrimiento fue una lección de vida que entendió y porque no quiere que la historia se repita, decidió llevar este mensaje a todas las féminas que le sea posible, para evitar más diagnósticos de cáncer de mama, así como muertes.
–Las mujeres no se merecen caer en las garras del cáncer de mama. La asociación Con Tacto tiene el objetivo de educar y fomentar en la población joven-adulta la importancia de la detección oportuna, pero sobre todo de aprender a quererte como mujer –señala.
Durante un año, la maestra colaboró con otra asociación civil; sin embargo, tras una reunión con un grupo de cuatro señoras, que estaban en la misma condición que ella, intercambiaron testimonios y se dio el paso a crear la organización. “Todo comenzó como un club de amigas”, expresa.
–Lo interesante de la organización es que sus integrantes tuvieron un contacto con cualquier tipo de cáncer, entonces conocen qué pasa cuando estamos ante eso –dice.
El 31 de octubre de 2014, Con Tacto queda formalmente constituida y se refuerza la misión de combatir a un enemigo en común: el cáncer.
La entrevistada detalla que la asociación Con Tacto apoya a las mujeres con prótesis mamarias externas. El “brasier” es especial, coquetón, tiene las especificaciones para poder tener esa prótesis mamaria, y eso permite que la mujer sea vea mejor y camine segura.
–Hay mujeres que hacen una bolita de tela, calcetín, bolsitas con alpiste o arroz para compensar el peso. Por dignidad humana, ellas no deben llevar esa bolsita. Las prótesis mamarias externas que ofrecemos, según testimonios de las beneficiarias, permite que puedan mirarse al espejo otra vez –explica.
Paty exhorta a las mujeres para que acudan con su médico a fin de hacerse la mamografía, “porque 10 ó 15 minutos de incomodidad valen la pena, si lo comparamos con muchos días, meses o años de tristeza y dolor”.
No significa muerte
Agradecida con el Creador, acepta que la palabra cáncer es “muy fuerte, pero que no significa muerte. No hay que tenerle miedo, si no que hay que unirnos para combatir al enemigo”.
El presente le sonríe. “Soy una mujer feliz. Esa felicidad me la da mi familia, mi hijo, mis amigas y principalmente, esa paz en el alma me la da Dios.
–Aprendí que en este pastel, que es la vida, los pedazos están bien repartidos y creo poder distribuirlos equilibradamente.– Irbin Ramón Flores Palomino