La Injusta Justicia (2)
Manuel Triay Peniche
La lógica, de acuerdo con la Real Academia Española, es un modo de pensar y de actuar sensato, de sentido común. Los integrantes del Tribunal que recientemente sentenciaron a uno y liberaron a otro de los psiquiatras inculpados del homicidio del doctor Felipe Triay Peniche señalaron reiteradamente que en su resolución aplicaron la lógica.
Enrique Lara González, el presunto homicida que hoy anda en libertad merced a una “duda razonable” del Tribunal, salió de su consultorio el 15 de agosto de 2014 a las 8 de la noche, según declaró bajo promesa de decir verdad la secretaria que lo asiste, mas resulta que a esa misma hora estaba cenando en su casa y de ahí no se movió sino hasta las 10:30 p.m., de acuerdo a lo que declaró su esposa, también bajo promesa de decir verdad.
Como ni Enrique, ni usted ni yo tenemos el don de la ubicuidad que nos permita estar en dos lugares a la vez, los “solones” del patio acudieron a la “lógica” e hicieron el siguiente razonamiento: en cuestión de horario ni los relojes marcan la misma hora ni las personas son precisas en declarar, y como Enrique iba a salir de viaje esa noche, es lógico que antes de hacerlo acudiera a su casa a cenar, bañarse y prepararse; por tanto, tiene razón la esposa, Enrique estaba cenando en su casa a las 8 de la noche y estuvo ahí hasta las 10:30.
Si hemos de aplicar un modo de pensar sensato y de sentido común como dicta la Real Academia, lo lógico sería darle la razón a la secretaria y no a la esposa: La primera tiene como función principal llevar una agenda de citas por horas, que le permite saber con precisión a qué hora entra o sale el doctor de su consultorio, y en qué momento deja ella misma su oficina.
Las diferencias entre si Lara salió de su consultorio a las 8 de la noche o si a esa hora estaba cenando en casa, no tendrían mayor trascendencia si no fuera porque al admitir los jueces la versión de la esposa automáticamente se crea una coartada a favor del inculpado, pues aceptan que el multicitado psiquiatra estuvo en su casa hasta las 10:30 de la noche y eso lo saca de la escena del crimen: es lógico, insisten los solones del patio, que si Lara iba a viajar estuviera en casa preparándose.
Y si Lara, como afirma y comprobó la Fiscalía con decenas de pruebas, es copartícipe del crimen del doctor Triay Peniche, ¿no es lógico que desde temprano saliera de su casa preparado para el homicidio y también para su pretendida coartada del viaje a Cozumel, a donde salió a las 11:59?
Si los jueces se hubieran tomado la molestia de leer las declaraciones del asesino Pablo Santos ante el Ministerio Público antes de rechazarla para evitar la autoincriminación, se hubieran enterado que quien durmió al doctor Triay con una fuerte dosis de clonazepam fue precisamente el tal Enrique, y entonces su “lógica” hubiera sido diferente
No me cuadra esa lógica de los jueces, no hallo en ella un modo de actuar sensato, de sentido común, pues sus premisas carecen de sustento, como lo demuestra también la decisión de aquel Tribunal de marras de no aceptar las declaraciones de siete testigos que reconocieron en un video a Enrique Lara cuando ingresó al estacionamiento de una clínica de la calle 60 por la camioneta del doctor Triay, al que dieron muerte esa misma noche.
La encargada del estacionamiento en cuestión, quien conocía a ambos galenos por su asistencia asidua al citado nosocomio, tuvo a la vista un video de aquella infausta noche y no sólo reconoció al doctor Lara cuando acudió por la camioneta de Felipe, sino que además lo saludó al salir.
El mismo video estuvo a la vista de cuatro psiquiatras colegas y amigos, de la hermana y de la ex esposa, y todos reconocieron al mismo sujeto pero ese video no se admitió como prueba pues, dicen los juzgadores, quien acude en busca de la camioneta se parece más a Pablo Santos, el asesino sentenciado, dada su corpulencia y entradas de cabello, y como ellos también vieron el video por lógica deducen que todos los testigos estuvieron equivocados o mintieron.
La lógica, la de la Real Academia, me hace pensar que algo anda mal en la impartición de justicia en Yucatán: O tenemos una Fiscalía en pañales, incompetente como la retrata el Tribunal, o bien tenemos un Tribunal en pañales, incompetente, como esperamos lo retrate la Fiscalía cuando solicite la revisión del caso.