50%: ¡Levanta la mano!

Mario Barghomz

mbarghomz2012@hotmail.com

Cuando intentamos o queremos hacer algo, a veces sólo es cuestión de espacio, tiempo y oportunidad. Pero el simple hecho de pensarlo o decirlo mentalmente, permite a nuestro cerebro obtener el 50% de lo que nos proponemos.

Lo demás; en cinco minutos, media hora, mañana, un mes, una semana o un año, sucederá sin duda tal como lo planeamos. Naturalmente aquí interviene no sólo la decisión de llevarlo a cabo, sino la voluntad y el empeño, además de todo aquello como infraestructura, herramientas, espacio, tiempo y todo lo necesario para realizar una tarea ya decidida.

Hace poco mi nieta de 12 años participó en un concurso de deletreo en su escuela. Nadie le dijo que participara, sino que ella misma lo decidió respondiendo a la convocatoria. Supongo que en su pequeño cerebro debió parecerle interesante y divertido, además de verse envuelta en un concurso que la haría dar un esfuerzo de más para estudiar y disponer de tiempo, sumado al normal que ya usa para hacer sus tareas, trabajos de clase y su estudio de inglés.

Esa simple decisión y levantar la mano para quedar inscrita, implicaba ya el 50% de su iniciativa. Al final del concurso y luego de semanas; de toda la escuela convocada, fue de las diez finalistas que terminaron disputando el primero, segundo y tercer lugar.

En la vida todas nuestras ideas y decisiones comenzarán por sentir que las podemos llevar a cabo (por levantar la mano); desde hacer un café por la mañana, limpiar y ordenar la casa, salir a la calle para pagar la luz o el agua (yo lo hago todavía así, al modo primitivo), terminar con el trabajo pendiente o pensar a dónde iremos o qué haremos. 

Y no se trata de fantasear, porque lo menos que hace nuestro cerebro a la hora planear o proponernos algo es crear una ilusión falsa, a menos, claro, que se encuentre enfermo. Hablamos de la seriedad conque el cerebro nos permite actuar para hacer lo que queremos hacer, siempre y cuando nuestras tareas y decisiones estén a la altura de nuestra realidad. A nivel neuronal cuando tenemos un plan o nos creamos una expectativa, liberamos “dopamina” en nuestro cerebro, que es una hormona “neurotransmisor” que nos anima a sentir y tener la sensación de que nuestro plan funcionará.

La dopamina nos permite diseñar neuronalmente ese horizonte. Nos da la suficiente euforia y confianza para realizarlo y llevarlo a cabo. Eso fue lo que pasó en el cerebro de mi pequeña nieta a nivel bioquímico cuando levantó la mano; ¡se llenó de dopamina!

Toda nuestra vida orientada hacia el futuro necesita del factor dopamina dentro de nuestro sistema nervioso. De tal manera que un cerebro sin dopamina es un cerebro sin expectativa, sin planes ni proyecto, sin vida buena hacia adelante. La euforia por algo y la convicción (y confianza) de llevarlo a cabo, dependerá de nuestra dopamina.

Sin embargo; también hay otros agentes bioquímicos (hormonas y neurotransmisores) que junto a la dopamina deberán estar activos y fluir desde el hipotálamo y la hipófisis de nuestro Sistema Nervioso Central (SNC) para llevar a cabo tareas que nos permitan ser felices, estar en equilibrio (regulados emocionalmente) y sentirnos bien. Además de gozar con la simple idea de llevar algo a cabo y tener luego la satisfacción de haberlo realizado.

Me refiero a la oxitocina, las endorfinas y la serotonina que de no fluir o generarse convenientemente en nuestro cerebro; ninguna tarea, ningún deseo de hacerla, ninguna expectativa, plan, voluntad o ánimo serán posibles.

Sin duda muchos fracasos humanos en el trayecto y desarrollo de sus vidas, fue porque no pudieron, no quisieron o no lo desearon lo suficiente; pero todo ello derivado también de un daño, descompensación o desequilibrio de su sistema nervioso. De un factor desregulado de sus emociones.

Coda: “Cómo percibimos el mundo es apenas la mitad de la historia. La otra mitad es cómo interactuamos con él”. (David Eagleman).