El 31 de octubre de 1979 por decreto presidencial, se estableció en México el Día Nacional del Libro, fecha de nacimiento de Juana de Asbaje, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, estableciendo el propósito de divulgar y promover la lectura en este país.
Por tal motivo, conmemorando el XXXVII aniversario de este decreto los diferentes organismos de cultura y literarios del país realizan eventos y actividades para mantener este importante impulso a la cultura y al esfuerzo de seguir creando lectores en México.
Pero, ¿dónde nacen los libros? Hasta el siglo XIV era imposible poder realizar un documento impreso. Los documentos, papiros, legajos y primeras obras que se realizaban se copiaban manualmente para su conservación y divulgación, algunas veces tras completar una traducción con errores.
No es sino hasta 1455 que un orfebre y herrero de nombre Johannes Gutenberg, nacido en Alemania en 1438, inventa la imprenta con tipos móviles, que revolucionó la historia para imprimir la primera Biblia de 42 líneas, que se considera el primer libro impreso con tipografía móvil.
Johannes Gutenberg murió arruinado en Maguncia, Alemania, el 3 de febrero de 1468. A pesar de la oscuridad de sus últimos años de vida, siempre será reconocido como el inventor de la imprenta moderna.
Tras el inicio del proceso y desarrollo de la industria editorial se formaron los primeros conglomerados de organismos que se propusieron iniciar la impresión de libros. Los primeros editores se forjan en Alemania, pero de manera inmediata en Italia, Francia, Reino Unido, Rusia y España, y los viajes de conquista los llevan al continente americano.
La primera imprenta que lleva a la Nueva España y su capital se establece en 1539. Previamente, en 1516, se instala en la isla de Cuba la primera imprenta en América, concurriendo la fecha con la creación de la Universidad de La Habana, lo que marca el inicio del proceso de construcción de los primeros grupos de impresores en nuestro continente.
Si bien las empresas editoriales estuvieron siempre protegidas por los órganos de gobierno del reino ibérico y los grupos religiosos, por su capacidad económica y sus prejuicios a no difundir de manera amplia documentos y obras “prohibidas”, las imprentas permanecieron bajo la responsabilidad de las instituciones del poder.
La imprenta en la nueva españa
En 1539 después de la conquista, gracias a la insistencia de Fray Juan de Zumárraga al virrey Don Antonio de Mendoza, llega la primera imprenta formal de tipos móviles a la Ciudad de México y, de esta forma, que se inicia la impresión de los primeros libros, revistas y folletines que circulan en la Nueva España.
La Gaceta de México (Gazeta de México) fue el primer periódico impreso en la Nueva España, en el siglo XVIII. Actualmente se encuentra en el museo del Palacio del Ayuntamiento, en Ciudad de México.
Es también durante ese periodo que son traídos a la Nueva España los primeros libros franceses, ingleses, alemanes y rusos que prodigaban nuevos pensamientos, los llamados libros de la ilustración y posteriores a la Revolución Francesa, donde se plasmaban los derechos del hombre.
La imprenta en yucatan
Es en 1813 que José Francisco Bates, criollo español, nacido en Yucatán, regidor del Ayuntamiento de Mérida, trae e instala la primera imprenta a nuestro estado. Dos meses después circula el primer medio impreso para la sociedad yucateca llamado “El Aristarco”, considerado el primer medio de comunicación en la península.
La imprenta la puso su propietario bajo la dirección de don José Fernández Hidalgo. Don José Clemente Romero asegura que en ese mismo año de 1813 se fundaron en Yucatán cuatro establecimientos tipográficos más: los de don José Tiburcio López y hermano, el de don Andrés Martín Marín, y el de don Manuel Anguas, que tenía el carácter de oficial, porque en él se imprimían los trabajos de la gobernación; y el de don Domingo Cantón.
De los impresos y documentos que conocemos, resulta, sin embargo, que esta aseveración del escritor yucateco no es del todo exacta. En efecto, por primera vez en 1814 se ve aparecer, la «Imprenta del Gobierno a cargo de don Manuel Anguas», y en 1815 la «Oficina a cargo de don Andrés Martín Marín», y no antes de 1820 la de don Domingo Cantón.
Sólo hasta 1814 se exhibe en los pies de imprenta el nombre de Bates. De esta forma, la imprenta al servicio del gobierno comenzó a llamarse «Constitucional» en 1814, sin el aditamento de hallarse a cargo de Anguas.
En 1818 aparece el nombre de éste, y sigue en 1820 siempre a su cargo y con el título de «Patriótica Constitucional».
De los pies de imprenta en que se ve figurar a Marín en 1815 y l820, consta que él era simplemente quien dirigía el taller, pero de ninguna manera su propietario. En ese último año la «Patriótica Constitucional» estuvo regentada por Anguas y por Marín.
La imprenta en la independencia:
Durante la guerra de Independencia -1810-1821- la producción editorial se perdió. Pero aun así existieron las imprentas volantes, que jugaron un papel importante durante esa época, a través de la publicación de periódicos, folletos u hojas volantes los insurrectos daban a conocer las noticias y proyectos que pretendían para impulsar la emancipación del país, los primeros libros impresos durante el periodo independentista son de carácter religioso y naturalistas.
Es gracias a la imprenta también que nace la llamada Época Clásica de la Filatelia Mexicana, a la comprendida en 1856, año de la primera emisión de estampillas. En el año de 1882 “Correos de México y la industria editorial contribuyen al desarrollo del país facilitando y propiciando la comunicación escrita”
En ese tiempo se estableció un comercio informal o no regulado con los libros que llegaban a la Nueva España, desde los primeros años de la conquista. A principios del siglo XX se fue desarrollando de manera muy precaria la industria editorial en México; fue el paso que permitió al libro pasar de su periodo artesano a su periodo industrial.
En las primeras décadas del siglo XX se fundan casas editoras, algunas de ellas como la Librería Porrúa Hermanos, en cuyos talleres gráficos que funcionaron en la Ciudad de México una vez instaurada la República produjeron libros, folletos y publicaciones periódicas
Entre los años 1930 y 1980 el campo editorial en México tuvo un despunte importante en la producción de revistas. En el caso de las historietas, México en la década de los ochenta era “el mayor productor y consumidor -por habitante de historietas en todo el mundo.
A la fecha la industria editorial mexicana no es la más importante del continente y si bien en México hay un déficit de lectores, se estima que solamente 2 de cada 10 mexicanos lee libros, se mantiene con fuerte presencia y de manera gradual crece y va superando sus condiciones de crisis.
En Yucatán la industria editorial se ha mantenido como un referente, ya que logra despuntar con un esfuerzo de los grupos culturales, el gobierno y las importantes propuestas de creadores, escritores, periodistas, pintores y documentalistas que han logrado establecer una notoria presencia del libro en la península de Yucatán.– José Cortazar Navarrete