WASHINGTON, DC.– Como si fuera una especie de Superbowl político, el testimonio de Comey ha acaparado todo el oxígeno de la capital de EU, y ha eclipsado a la agenda presidencial, deshilachada y en el olvido.
Trump promovió ayer su plan de infraestructura en Ohio y designó a Christopher A. Wray al frente del FBI. Pero la atención fue a otro lado: otra vez, los jerarcas de las agencias de inteligencia y seguridad respondieron preguntas en el Congreso por el Rusiagate, y el Comité de Inteligencia del Senado difundió el testimonio escrito que Comey leerá mañana, una detallada y explosiva cronología de sus conversaciones con Trump.
“Necesito lealtad, espero lealtad”, le dijo Trump a Comey, en una cena el 27 de enero en el Salón Verde de la Casa Blanca, según Comey. Hubo un “silencio incómodo”, la conversación continuó, y un rato después, sobre el final de la cena, Trump le dijo otra vez: “Necesito lealtad”. Comey le prometió “honestidad”.
Trump ha negado haberle pedido a Comey su lealtad.
Comey dirá también que se sintió “obligado” a escribir un recuento de todas sus conversaciones “uno a uno” -tres en persona; seis por teléfono- con Trump inmediatamente después de que ocurrieron, algo que no hizo nunca con Barack Obama .
Comey resumirá esas charlas, en una descripción que muestra a Trump preocupado por despegarse de la investigación. Comey dirá que le pidió que dejara en paz a Michael Flynn, su primer jefe del Consejo de Seguridad Nacional y uno de los miembros de su equipo más complicados por la investigación oficial; que le pidió que dijera que no era investigado, y que se quejó porque el Rusiagate era “una nube” que complicaba su presidencia.
– Agencias