Por Roberto Ojeda
Fotos: Juliana Sepúlveda / Cortesía
EL CRECIMIENTO ECONÓMICO y territorial que ha tenido Mérida en los últimos 20 años no ha ido acompañado de una estrategia de aprovechamiento de los recursos y espacios públicos, error que se sigue cometiendo incluso en la actualidad, opinó el coordinador de la carrera de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán, Roberto Reyes Pérez, quien señaló que ya no es posible aguantar esa forma de expansión.
La falta de visión del gobierno federal en la forma de otorgar créditos para vivienda, aunada a la ambición de los desarrolladores y la falta de regulación de las autoridades estatales y municipales está creando ciudades-dormitorio y un crecimiento sin control en todo el país, fenómeno del cual no está libre la capital yucateca, señaló el catedrático, quien es Doctor en Arquitectura.
–Este modelo que hemos seguido durante mucho tiempo ya no podemos seguir sosteniéndolo, porque nos está costando a todos y algo se tiene que hacer –advirtió.
El inicio del desorden
El especialista explicó que el crecimiento de la ciudad comenzó en 1980, ya que a mediados del siglo pasado Mérida aún estaba formada principalmente por los barrios tradicionales y algunas colonias antiguas, como la García Ginerés e Itzimná, y en el sur la Santa Rosa, Castilla Cámara y María Luisa.
–El fenómeno de crecimiento urbano (sin estrategia) no es exclusivo de estos tiempos, sino que se ha dado regularmente; lo que sí ha pasado ahora es que se ha intensificado. En muy poco tiempo la ciudad creció a un ritmo mayor que en toda su historia –indicó.
De acuerdo con un estudio de la Sedesol a nivel nacional, desde finales de la década de los ochenta hasta 2010 la ciudad creció más de 400% anual, mientras que la población lo hizo al doble, por lo que hay desfase entre la extensión del terreno y sus habitantes.
–El crecimiento se ha potenciado en el norte de la ciudad por encima de otras zonas. ¿Por qué se presenta este fenómeno? –se le preguntó a Reyes.
A mediados del siglo pasado –respondió– sí se dio un crecimiento equilibrado de la ciudad, en primera instancia porque en el sur se encontraban las haciendas henequeneras, pero ahora hay ciertas barreras ambientales y físicas que están conteniendo esa ampliación, por ejemplo la Reserva Cuxtal, que tiene políticas muy estrictas de lo que se puede construir y lo que no.
Falacias legales de las autoridades
Además, prosiguió el entrevistado, la política habitacional del gobierno federal da prioridad a la edificación de viviendas nuevas por encima de las compradas de segundo uso o el mejoramiento de las ya existentes.
–Durante mucho tiempo los créditos que entregaba el Infonavit estuvieron destinados a la compra de una casa nueva. No importaba si tenías un terreno o una casa propia, porque no podían apoyarte con un préstamo y tenías que comprar una vivienda en los terrenos que las inmobiliarias adquirieron a bajo costo –señaló.
Sin embargo, agregó, a pesar de que la ley establece ciertas condiciones para autorizar un desarrollo inmobiliario, no obliga a que se construyan los equipamientos que necesita el nuevo fraccionamiento más allá de las casas.
–El fraccionador no está obligado a edificar espacios públicos como parques, escuelas, mercados y fuentes de empleo; todo eso corresponde a las autoridades. Eso nos lleva a fenómenos como el “Efecto de febrero”, donde las mamás hacen filas en las escuelas en busca de un cupo para sus hijos, incluso, apartando su lugar con sillas encadenadas –dijo.