¿Habrá tormenta?

México atravesará una tormenta a partir de julio; faltan poco menos de dos meses para las elecciones y los ánimos siguen caldeándose, incluso con el asesinato de un candidato de Morena en el Estado de México y un infausto mensaje en redes del periodista Ricardo Alemán (que le costó el empleo); eso sin contar que por el otro lado ya son comunes las amenazas e insultos que en redes los partidarios de AMLO dirigen a quienes no piensan como ellos.

Son hechos diferentes, pero que forman parte de un ambiente político polarizado en donde para muchos (esperemos que no la mayoría), las cosas sólo pueden ser de dos formas: o estás con López Obrador o eres un traidor a la Patria.

Sea cual sea el resultado de las elecciones el 1 de julio, habría tormenta en el país. Existe una gran tensión que ese día podrían salir, aunque esperemos que se trate de casos aislados que no tengan repercusiones trágicas.

Si el resultado es favorable al señor López, habrá quienes protestarán y recibirán una respuesta violenta por parte de los simpatizantes del “ex presidente legítimo”, quienes exultantes por el triunfo se sentirán investidos de impunidad y espíritu justiciero contra quienes no apoyaron a su candidato.

Si el resultado es adverso y gana cualquier otro, habrá protestas alegando fraude, pues no tomarán en cuenta que en realidad la mayoría no habrá querido la oferta de nación propuesta por AMLO. Para ellos la ecuación es muy simple: “sólo habrá democracia si gana Andrés Manuel, si pierde es fraude”, tal como él ya dejó entrever.

En cualquiera de los dos casos se verá comprometido el Estado, pues el uso de la fuerza pública será cuestionada de cualquier manera, pues inmediatamente los grupos radicales acusarán de ser reprimidos, en vez de tomarse como el resguardo de la seguridad de los ciudadanos que nada tienen que ver.

En ese ambiente no será raro que haya un recrudecimiento de la violencia generada por los grupos de la delincuencia organizada, pues frente a una sociedad dividida encontrarán la mejor invitación para ampliar sus actividades.

Pero toda esa violencia no es, ni será algo surgido de la noche a la mañana. Quienes alegan que es fruto de los errores (reales o inventados) de la administración Peña, simplemente están errados pues para llegar a esa situación se requieren décadas inconformidad y frustración.

Pero a estas alturas no sólo es importante encontrar el génesis de la situación que vive el país, sino que también se debe entender que con discursos y mensajes de odio movidos por aspiraciones de poder, nada se resuelve. Al contrario, dividiendo al país, como ya se ha logrado, se genera la debilidad fruto de la falta de confianza en las instituciones, así los grupos que controlan el narcotráfico, el secuestro, la extorsión y la trata de personas, mantienen un control sobre comunidades y regiones enteras, donde la gente teme hablar y aspira únicamente a vivir un día más.

México es un país rico, pero con mucha gente pobre. Urgen políticas públicas enfocadas a los problemas sociales y esa es una situación añeja. La pobreza y la inseguridad son factores que llevan a la desesperación y al estallido social. En Guerrero los guardias comunitarios dieron una muestra de hasta dónde el pueblo puede llegar en defensa de sus hogares, sus familias y sus seres queridos, tomando la justicia en sus propias manos.

De nada sirven discursos antagonistas, criticando las acciones que buscan recuperar el Estado de derecho; decirles que todo se resolverá “con escuelas y amor”, puede hasta resultar una burla para quienes sufren esa violencia y en algunos casos los abusos de quienes deberían protegerlos.

Cierto, la educación es primordial, eliminar la pobreza y combatir el hambre también, pero estas acciones requieren tiempo, cuando menos una generación para ver resultados y la gente ya está harta. Esperan que además de programas y políticas públicas, se actúe y se dejen a un lado los discursos arcaicos, ridículos en algunos casos, con candidatos sin ideología, capacidad ni vocación de servicio.

México no se debe caer a pedazos. México puede resurgir, pero cada quien debe hacer su parte. Esperemos que conforme se acerquen las elecciones, no incrementen los ataques contra civiles, ni la intolerancia siga en aumento. Hoy son memes incitando a matar periodistas o políticos, mañana podrían ser tristes realidades convertidas en tragedias.

Nos leemos en la próxima…

Por Miguel II Hernández Madero

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