Todavía no encontramos un formato de debate que nos deje completamente satisfechos. Nos quejábamos porque las ediciones anteriores eran altamente expositivas y no permitían réplicas o escarceos entre los contendientes. En esta ocasión, el INE decidió adoptar el llamado formato clásico americano del “Town Hall Meeting”, en un gimnasio de una universidad y público asistente en una transmisión en vivo.
Si la versión anterior fue criticada por no contar con la interacción de personas comunes que cuestionaran a los candidatos, en esta oportunidad, ese aspecto queda parcialmente saldado si tomamos en cuenta que tan solo en seis ocasiones pudieron hacer uso de la palabra y el resto de los asistentes solo miraban lo que sucedía.
En lo que refiere a la exposición de los candidatos, sorprende que, no se decidían si dirigirse al público o a la cámara y en todo caso, no se nota el entrenamiento en medios que se supone que a estas alturas deberían de ostentar para empezar a lucir más “presidenciables”. Incluso, los recursos retóricos y la comunicación no verbal interpersonal delataban improvisación, nerviosismo y falta de temple a excepción de Anaya quien tiene medido el proscenio y se mueve con soltura. AMLO parece conectar más con la gente si los eventos son multitudinarios, Meade si los interlocutores son funcionarios o académicos y el Bronco, con los parroquianos de cualquier cantina, como lo ha demostrado en los videos que ha subido.
Los moderadores asumieron el protagonismo del evento en un momento determinado, opacando a los debatientes con una actitud de periodista inquisidor, sinodal de tesis de doctorado o contralor de Hacienda. Tanto León Krauze y Yuridia Sierra se volvieron por sí mismos tendencia en las redes sociales y las consultas de google de esa noche reportan avidez por saber más de ellos.
En cuanto a los temas planteados, lamentablemente las intervenciones no añadieron nuevos contenidos al discurso que han prodigado en los spots y los lemas de campaña empiezan a sonar huecos y repetitivos. Los supuestos temas que tratarían serían comercio, derecho de migrantes, inversión y seguridad fronteriza. Sin embargo, quedaron a deber en todo.
Nadie mencionó que Trump recientemente llamó “animales” a los migrantes; nadie habló de cómo fortalecer las labores de inteligencia contra el crimen organizado trasnacional ni sobre la cooperación de agencias internacionales trabajando en México. Ni una palabra sobre China, Japón o Europa. Nada sobre Venezuela, Nicaragua, Argentina o Brasil. Sorprendentemente no aparecieron los rusos hackers que se roban las elecciones.
Tampoco reflexionaron sobre la renegociación del TLC de estos días. Las remesas y su seguridad no fueron objeto de análisis. No estuvo en la mesa el lastimero y flébil tema de los migrantes en la frontera sur, en “La Bestia” y la trata de blancas. Los asesinatos en masa de las “mulas” y los desplazados de Latinoamérica: venezolanos y hondureños, entre otros.
Dos cosas nos quedan claras al final del debate que nos pueden ayudar a comprender mejor el modo en que piensan los candidatos, uno: que no importa el partido en el que militen, parece que todos leen el semanario “Proceso” y le otorgan cierta credibilidad y dos, El Bronco quiere mucho a su mamá.
Por Carlos Hornelas.
Profesor, periodista y analista. No hay tema que no sepa diseccionar con precisión de cirujano. Experto en política y medios de comunicación.