Mucho ruido y pocas nueces

Son un país inmenso y no hablamos del tamaño de su territorio. ¿Inglaterra? Hay que robarse el diálogo de una película memorable para describirla con justicia: la tierra de Shakespeare, Churchill, The Beatles, Harry Potter y las dos piernas de David Beckham. Yo agregaría Freddy Mercury, Paul Gascoigne y Alfred Hitchcock y quizá me estoy quedando corto.

El asunto es que tienen un talento innato para la música, la política y el arte. ¿Y el futbol? Que conste que ellos lo inventaron, y claro, coincido plenamente con quienes elogian el placer que provocan sus grandes individualidades.

Beckham, por ejemplo, tomaba el balón para preparar el tiro libre y era como si los árbitros, por inercia, cerrasen los ojos para combatir el júbilo que provocaban sus trazos perfectos.

Por su parte, Paul Gascoigne, aunque regordete y perezoso para correr, era un genio, un mariscal, un vagabundo del área chica que metía trazos que hallaban resquicio entre la más angosta de las defensas. Tenía, además, metralla en los tacos y una pésima reputación de madreador en cualquier pub de la Gran Bretaña.

De hecho, fue el culpable, junto con Steve “The Horse” McManaman, de que enloqueciese por la selección de la Rosa en la Eurocopa del 96, a la cual adopté como propia y que, por supuesto, me rompió el corazón tras quedar en el cuarto sitio de una competición en la que jugó como local.

Desde entonces, aunque sigo simpatizando con ellos, me es inevitable refrenar mi amor por Inglaterra en lo que a futbol concierne. Michael Owen lo revivió momentáneamente en Francia 1998, pero, al final, todo acabó en cenizas.

Como sea, miento si digo que no me emocionó el gol tempranero de Harry Kane contra Túnez en el partido de ayer. “Van a deshacerlos”, pensé, tras las mil veces que fallaron frente a los africanos. Pero fue eso: se cansaron de fallar y los tunecinos hallaron un penal tras plantarse en el campo después del desconcierto.

Pero Inglaterra también vive de rarezas. Por alguna razón, Hitler prefirió atacar en invierno Rusia y no invadir Inglaterra por agua, así como por alguna circunstancia Harry Kane estaba parado en el poste izquierdo para reventarse un gol al 91 y llevarse la victoria.

La selección inglesa va a tener que mostrar mejores recursos si quieren llegar más lejos. Sólo si demuestran en la cancha que inventaron el balompié van a poder quitarse el estigma de la sentencia de arriba que es el título de una de las grandes ese dramaturgo inmenso que fue su compatriota, que murió el mismo día que Cervantes y que se llamaba William.

 

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