Hay algunas cosas que cuando uno las escucha por primera vez, suenan bastante bien, sin embargo, cuando pasan por el tamiz del análisis revelan ciertas inconsistencias. Por ejemplo, AMLO ha dicho que en cuanto llegue a la presidencia tratará de quitar la pensión a los expresidentes. La cuestión a pensar sería: ¿es necesaria una pensión a los expresidentes, acompañada de todos los gastos de su séquito, protección a su familia, etcétera?
El sentido común nos dice que no. Parece un gasto fútil y suntuario. Pero tiene un correlato en la gobernabilidad del país. Una de las razones por las cuales se “beca” de esa manera a los expresidentes es para que no puedan ser empleados el resto de su vida por ninguna compañía, ni nacional ni extranjera.
¿Qué tipo de ventajas podría tener una empresa cuando accediera, vía el expresidente, a todos los secretos de un país? A los financieros, a los militares, a los del crimen organizado, los de personas de interés. Por ello sale más barato “becarlos” que dejarlos en circulación para restar poder al Ejecutivo, emancipar a empresarios y poderes fácticos o simplemente a ser reclutados por otros gobiernos. Cierto es también que se ha abusado de esa condición, empero, ¿no sería mejor reformarlo?
Una cosa similar ocurre con el fuero. Todos los días funcionarios y legisladores toman decisiones que favorecen a algunos y perjudican a otros. Es la historia de la agenda de las políticas públicas que hallan su crisol en las leyes. Para llegar a mi trabajo actualmente tengo que transitar por un tramo en reparación, lo cual consume más recursos, tiempo y molestias. Si tuviera que demandar a quien tomó la decisión por mí, lo haría con tal de que sufriera alguna vez la pérdida de tiempo a la que me enfrento todos los días.
Si los funcionarios o los legisladores no tuvieran fuero por las decisiones que toman, estarían a diario en tribunales y no habría tiempo en el cual ejercieran sus funciones para las cuales los elegimos en los últimos comicios. Nuevamente, cierto es que se ha abusado de la institución del fuero, pero ¿no sería mejor reformarlo?
A propósito de la libertad de expresión, ante el incidente, por llamarlo así, del fideicomiso de Morena y la sanción del INE, Andrés, a punto de recibir su constancia que finalmente lo acredite como presidente electo, en una conferencia de prensa de las que ofrece todos los días en la casa de transición ha sentenciado a los medios de comunicación: “Yo no odio pero no olvido. Perdono, pero no olvido”. Más adelante acotó “cada vez que haya una calumnia contra nuestro movimiento, tenemos el derecho de réplica y voy a contestar en buenos términos, de manera fraterna”. Incluso ironizando al respecto pidió a los asistentes un aplauso para los reporteros de Milenio y Reforma.
Una de las condiciones para fomentar el debate público es el disenso y los medios de comunicación, en especial el periodismo ,no está para hacerle el caldo gordo a ningún gobernante. Cuando el periodista se dedica a cantar loas al poder su práctica deviene en dogma, sus escritos en propaganda y su quehacer en proselitismo. Andrés debe entender que su posición en el Ejecutivo ha cambiado toda calidad del diálogo y que sus ironías desde el poder pueden sonar a amenazas y sus sornas a intentos por acallar a compañeros en un país en el cual cada vez hay menos voces disidentes.
carlos.hornelas@gmail.com
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