Amaia Montero niega haberse operado en la cara y cantar ebria

La cantante española se sincera en Buenos Aires, Argentina, donde se encuentra promocionando su nuevo álbum “Nacidos para creer”

Los últimos meses no han sido de color de rosa para Amaia Montero. Pero cual “ave fénix” vuelve a estar “en pie”, con las alas desplegadas y defendiendo a capa y espada su carrera frente a quienes la han acusado de transformarse la cara y de cantar alcoholizada.

“Ni pretendo gustar a todo el mundo ni ser perfecta. Me equivoco como todo el mundo, pero cuando mienten de manera bellaca para hundir algo que es mi pasión, mi profesión, mi vida, que es la música desde hace 22 años, no me gusta”, declara la cantante española en Buenos Aires, donde promociona su reciente disco.

Poniendo “mar de por medio” tras ser intenso foco de críticas en su país, llega a Argentina con “Nacidos para creer”, que incluye una canción del mismo nombre en la que planta cara a “todos aquellos que hablan sin saber y les gusta hacer daño”.

“Pero también es un homenaje a todas las personas que están con nosotros, nos apoyan y están en las buenas y en las malas”, reconoce una risueña Amaia (Irún, 1976), que tiene multitud de recuerdos en la ciudad porteña, donde vivió varios meses durante una gira.

No obstante, cree que en Argentina, país en el que la “quieren” y la “respetan”, y en Latinoamérica, no le hubiera pasado como en España, donde en marzo pasado y tras una actuación, en prensa y redes sociales aseguraban que se había operado en exceso el rostro.

La que fuera vocalista del grupo La Oreja de Van Gogh desmintió eso y también a quienes decían que había cantado bajo los efectos del alcohol u otras sustancias en el primer concierto de su nueva gira, cuyos contratiempos ella atribuyó a problemas de sonido.

“A mí eso no me ha pasado aquí (en América Latina). Si les gustas, les gustas por tu música. Tienen una cultura musical y bastante más respeto”, afirma la emblemática voz de “Cuéntame al oído”, “La playa”, “Rosas” y “Muñeca de trapo”.

También la acusaron de olvidar las letras de sus canciones y lidia con los comentarios por su peso.

“Cuando engordo me critican, cuando adelgazo, también. Una vez decían que tenía anorexia. Si fuera modelo y engordo puedo entenderlo, pero ¿por qué se habla de todo menos de que llevo tres años componiendo el disco, que me he dejado la vida ahí?”, añade.

Algunas de sus canciones hablan de levantarse tras un traspié emocional. Como “Ave fénix”, de su más reciente trabajo -compuesto junto al escritor Benjamín Prado-, en la que advierte que “para armarse de valor, no hacen falta los cuchillos, basta con el corazón”.

“Yo ya he venido ardiendo y ya estoy en pie con las alas desplegadas otra vez”, sentencia.

Es por eso que prefiere quedarse con el apoyo y cariño que recibe dentro y fuera de España: “Nunca se me ha acercado nadie para decirme nada malo. Se acercan con mucha educación, llevo tantos años en esto…”.

Sus primeros pasos profesionales se remontan a 1997, cuando con sus cuatro compañeros de banda ganó un concurso de maquetas en San Sebastián, un recuerdo que define como “el principio de todo”.

“Estábamos en la universidad y conocí de forma casual a Pablo (Benegas), me dijo que tenía un grupo y empezamos. Enviamos una maqueta a Sony, grabamos un disco y nos cambió la vida. Fue todo demasiado rápido”, evoca.

Después llegó el primer álbum, “Dile al sol” (1998), y otros tres más con los que triunfaron en decenas de países; hasta que en 2007 decidió lanzarse en solitario, una etapa que siente tan provechosa como la anterior.

Texto y fotos: Agencias

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