México fílmico

Mae Govannen estimados lectores, hace escasos días empezamos el mes en el que celebramos a nuestra patria, y es necesario hablar de películas que merecen una vistazo de nuestros ya tan contaminados ojos por la cinematografía norteamericana.

Me atrevo a decir contaminados por que tristemente es verdad: la gran mayoría de nuestros cines tienen un excesivo dominio de películas de nuestro país vecino, en el centro del país las producciones nacionales tienen buena recepción, pero al llegar a provincia el panorama es distinto, ya que el recorte de distribución tiene una pérdida muy grande y el nivel de asistencia es menor, afortunadamente existen organizaciones que se esfuerzan por generar espacios para que el cine independiente y mexicano pueda llegar a locaciones donde el nivel de distribución no tiene interés. Uno de ellos es Árbol Rojo, con sede en Quintana Roo y cuyo objetivo es, precisamente como mencionaba anteriormente, la exhibición, promoción y formación del cine, impulsando la descentralización de la oferta de cine en México.

Una situación es efectivamente la falta de distribución de cine en nuestro país, pero otro problema (cuya implicación real es subjetiva y depende de las audiencias) es la concentración del cine de comedia, con actores de perfil de televisora nacional, que funcionan como distractor funcional de la situación que se vive en el país y que, a opinión de un servidor, no transfieren el verdadero potencial de la propuesta y del talento fílmico de México.

Pero ¿qué pasa con el otro cine mexicano, ese cine que se esfuerza con tener una mirada más profunda y que no tiene miedo de mostrar historias distintas? Por ejemplo, en 2014 “Los Muertos”, de Santiago Mohar, presentaba la historia cruda y de mucha crítica social sobre la juventud de la alta sociedad de nuestro país, clara respuesta de películas cómo “Nosotros los nobles” que utilizaban este concepto para generar otra comedia genérica que interesara a las masas, esa película quedó en el olvido y así siguió con varias propuestas de otros directores, pero ¿por cuánto tiempo más nuestro cine seguirá así? Nosotros, la audiencia, podemos generar ese cambio.

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