Roberto Dorantes
robertodorantes01@gmail.com
LA MEGALOMANÍA ES MÁS COMÚN DE LO QUE PENSAMOS EN NUESTRA SOCIEDAD, en la generación actual es una moda, pues las personas están creciendo con actitudes narcisistas, con esa ansiedad de reconocimiento de los demás a través de sus acciones, aún las más triviales, idiotas y estúpidas, nuestros jóvenes tienen esa malsana actitud alimentada por las redes sociales.
Como su etimología indica, la megalomanía deriva del griego “megalos” que significa grande y “manía” que quiere decir locura. En el lenguaje corriente este trastorno es considerado como un delirio de grandeza (Diccionario Definición).
Los megalómanos suelen considerarse elegidos de los dioses, llamados a dirigir a su patria, a salvar la humanidad, de hecho algunos políticos actuales demuestran tener esas actitudes, como el señor presidente electo.
Los famosos influencers alimentan el pensamiento de ser siempre el primero, de que todas las opiniones son iguales, y nadie tiene derecho a juzgar, pensamientos que contrastan con la filosofía de Jesucristo.
Esto no es nuevo, porque dicha actitud hasta los discípulos directos de Jesucristo la padecieron. El Evangelio de San Marcos narra una discusión que tuvieron los apóstoles sobre quién de ellos era el mayor de todos, entonces Jesús les enseñó la verdadera sabiduría: “si alguno pretende ser el primero, hágase el último de todos y el siervo de todos”.
La doctrina de Jesús es contraria a los dictámenes del mundo, no cabe duda, el enseña humildad en vez de soberbia, continencia en vez de impureza, obediencia en vez de rebeldía, y todas las virtudes que debemos practicar, y sí, escribo “debemos” porque es algo necesario para lograr la convivencia pacífica y armoniosa en la sociedad.
El Apóstol Santiago como buen discípulo de su Maestro escribe: porque donde hay celo o envidia y espíritu de discordia, ahí reina el desorden y todo género de vicios.
Al contrario, la sabiduría que desciende de arriba, además de ser honesta y llena de pudor, es pacífica, modesta, dócil, susceptible o concorde con todo lo bueno, llena de misericordia y de excelentes frutos de buenas obras, que no se mete a juzgar y está ajena a la hipocresía.
Jesucristo no es una moda, su filosofía no es pasajera porque está sustentada en la verdad, pasarán generaciones pero su doctrina no pasará.